Batman Begins | Estados Unidos, 2005
Dirigida por Christopher Nolan
Libreto cinematográfico por Christopher Nolan y David S. Goyer, basado en una historia por Goyer
Reparto: Christian Bale, Michael Caine, Liam Neeson, Katie Holmes, Gary Oldman, Cillian Murphy, Tom Wilkinson y Morgan Freeman
Musicalización por Hans Zimmer y James Newton Howard
Cinematografía por Wally Pfister
Edición por Lee Smith
Producida por DC Comics, Legendary Pictures, Syncopy Films y Patalex III Productions
Distribuida por Warner Bros. Pictures
Es muy interesante el momento en el que Batman Begins aparece en el mundo del celuloide. Para el fan de los comics es obligado notar paralelismos entre Time Warner y su sello editorial DC Comics, con sus iniciativas reaccionarias ante los inusitados éxitos surgidos de las páginas de Marvel Comics y los hits de taquilla de Marvel Films/Marvel Studios desde el año 2000 a la fecha, con la precisa y urgente X-Men, la demoledora X-2, la evocativa y emocionante Spider-Man y la cerebral, visceral y vertiginosa Spider-Man 2.
Este terreno fértil para la adaptación cinematográfica del comic le da a la Warner una alternativa interesante: de la misma forma que DC abrió terreno a mediados de los 80s con el ‘suspenso sofisticado’ de destacados autores británicos y la actualización de los mitos urbanos de Batman por el ecléctico Frank Miller, esta casa productora llama a otro revisionista de excelencia en el séptimo arte para responder ante el reto de enaltecer su propiedad intelectual — el catálogo de héroes de ficción más emblemático y famoso del mundo — para sacarlo de un estado de letargo que parece interminable.
Ese cineasta de polendas es Christopher Nolan, un hombre cuyo oeuvre sólo se puede catalogar como una mezcla precisa, diestra, digerible, aguda, llamativa, emotiva y sumamente ágil de lo mejor que el cine de género ofrece como plantilla narrativa.
El tándem integrado por Nolan y su hermano Jonathan es un tema aparte, cuyos guiones los consolidan como genios modernos del film. Esa capacidad para destilar lo mejor y descartar lo innecesario le otorga a sus realizaciones un grado de refinamiento digno de análisis concienzudo. La contribución de David Goyer en esta trilogía moderna del Hombre Murciélago es cuestionable, y resalta más su talento como un hombre de ideas que sin duda los hermanos Nolan aprovechan a la perfección, poniendo freno de mano a cualquier exceso.
La primera parte de Batman Begins es la que demuestra que Christopher Nolan es quizás el director más adelantado de su generación, capaz de hacer olvidar por largos lapsos la expectativa de ver al Caballero Nocturno en acción, y aún así capturar nuestra absoluta atención. Es este sumamente arriesgado proceso de deconstrucción que sufre Bruce Wayne lo que convierte al film en algo fuera de la norma, renuente a caer en una zona de comfort como lo hicieron sus desastrosos predecesores inmediatos, Batman Forever y Batman & Robin.
Lejos de desvanecerlo en una oscura y terrorífica túnica, Nolan enfatiza la presencia de Wayne, su miedo y su ira y de cómo evoluciona para convertirse en un agente de cambio social, lejos de ser absorbido por la corrupción y la maldad que engulle al mundo sino como un aprendiz atento de ella, de sus movimientos e influencia para encontrar sus debilidades, con el objetivo de erradicarla, un maleante a la vez:
“People need dramatic examples to shake them out of apathy, and I can’t do that as Bruce Wayne. As a man, I’m flesh and blood. I can be ignored, I can be destroyed. But as a symbol… as a symbol, I can be incorruptible. I can be everlasting.”
Sin duda este preludio es fascinante y el punto más alto sobre el cual se sostiene el film, y una experiencia más que satisfactoria. Acto seguido, Wayne edifica al ícono sobre el cual teje su agenda de justicia, no sin antes caer en los excesos y en una banalidad que es mortífera, siendo éste el precio que tiene que pagar si desea mantener el anonimato y desasociarse de su alter ego para evitar sospecha alguna.
Todo este dolor y crecimiento espiritual es traído de forma más que convincente por Christian Bale, cuyo performance rescata el instinto introspectivo de un Michael Keaton, pero llevándolo a una franqueza y comodidad que nunca logramos apreciar en la cinta original de Batman, filmada por Tim Burton. En lugar de sumergir en las sombras a su personaje, Bale actualiza el rol del vigilante con instantes exquisitos de megalomanía, actitud disparatada, encanto, solemnidad, arrepentimiento, duro aprendizaje, curiosidad innata, temple, determinación, furia, pasión y lealtad, cuya única pecata minuta es el no poder encontrar el timbre de voz perfecto para Batman, cuyo impacto es nulo y que se pierde por completo, aunque es sabiamente minimizado por su estridente actuación como el héroe de acción favorito de todos. Bale aprovecha su experiencia en films como Equilibrium (2002) y The Machinist (2004) para brindarnos a un personaje balanceado en habilidad de combate de gran ímpetu y volatilidad, con desplantes mercuriales de drama y reclamo iracundo, siendo este balance entre Wayne y Batman lo que hace a esta cinta algo sumamente especial y memorable.
De igual forma, Nolan y su equipo creativo construye un convincente mundo alrededor de la leyenda de Batman. Su cinematógrafo por excelencia, Wally Pfister, retrata las locaciones de forma inteligente, sin caer en la decadente simplicidad que imperó en los films de Burton, otorgando gran dimensión a todos los recovecos y colosales edificaciones que posee Gotham City, donde se le da hincapié en el contraste de la opulencia y la escasez, estableciendo una diferencia de clases como la tónica imperante y la fuente primordial del crimen en esta ciudad, siendo la cinta Metropolis de 1927 un referente inmediato en esta dualidad arquitectónica.
El reparto de apoyo agrega un nivel de calidad inusitado donde las connotaciones paternas resaltan sobremanera, siendo en su modo más fundamental la lucha de un huérfano para no perder su humanidad, y de cómo la imagen de un mentor, un tutor, un amigo, un colega, moldean su conducta en una sociedad víctima de la desigualdad, la cual lo privó de sus progenitores. En este aspecto, Michael Caine como Alfred, Morgan Freeman como Lucius Fox, Gary Oldman como Jim Gordon y Liam Neeson como Henri Ducard cumplen a carta cabal con estos matices e influencias.
Los guionistas impregnan a la cinta de las referencias más directas a los mitos modernos de Batman, siendo inspirados por la historia de ‘The Man who falls’ de Dennis O’Neil, ‘Year One’ de Frank Miller, y ‘The Long Halloween’ de Jeph Loeb y Tim Sale, pero sin convertir a la película en un tributo, poniendo distancia considerable a las primeras de cambio.
El eslabón más débil dentro de la narrativa recae en el rol que se le da a Katie Holmes como Rachel Dawes. El romance es aparente, vacío, y su presencia termina siendo sólo un conducto mediante el cual el protagonista aprende las lecciones más duras sobre su dualidad y el sacrificio que tiene que hacer para cumplir su misión.
Liam Neeson y Cillian Murphy ofrecen performances interesantes como Ra’s al Ghul y Scarecrow respectivamente, gracias a un atinado guión que actualiza para el siglo XXI a sus alter egos, librándolos de toda restricción o nostalgia por el material impreso a cuatro colores. El alcance y poder que la cinta le brinda a Ra’s y a la League of Shadows es sutil pero contundente, siendo las connotaciones míticas con la historia de la humanidad – “We sacked Rome, loaded trade ships with plague rats, burned London to the ground.” – una de sus adiciones más importantes al plot de Batman Begins, y que adereza sobremanera el mensaje de transformación social que se sufre ante la aparición del concepto del superhéroe/vigilante en la vida real.
Este interesantísimo análisis secundario le provee a la cinta una clara ventaja competitiva y comparativa sobre otras franquicias en el género del superhero film, siendo otro ejemplo más de la sapiencia y facilidad con la que Christopher Nolan reinventa el lenguaje cinematográfico.
Estos esfuerzos se confabulan para brindar al comic on film una obra que trasciende, que deja atrás el velo de un tipo de entretenimiento insular, capaz de propagarse a distintos sectores del público. Batman Begins es una exploración ingeniosa de las causas que provocan que un hombre deje atrás todo para asumir el compromiso de convertirse en el epítome de la ‘causa justa’, en un escenario donde el drama familiar, el social sci-fi, la búsqueda de una raison d’etre y el conflicto interno – “It’s not who I am underneath, but what I do that defines me…” – son elementos que presagian la gestación de una auténtica saga capaz de levantar expectativas serias en el escaparate del mainstream.