Equilibrium

Dirigida por Kurt Wimmer y protagonizada por Christian Bale, Equilibrium es una película de acción con buenas intenciones que no son cumplidas en su totalidad, que la colocan en un rígido pedestal que emite frialdad hacia su público.

Equilibrium | Estados Unidos, 2002
Escrita y dirigida por Kurt Wimmer
Reparto: Christian Bale, Taye Diggs, Emily Watson, Sean Bean, Angus Macfadyen, William Fichtner
Cinematografía por Dion Beebe
Musicalización por Klaus Badelt
Edición por Tom Rolfe y William Yeh
Producida por Jan De Bont, Lucas Foster, Bob Weinstein y Harvey Weinstein
Distribuida por Dimension Films y Miramax Films

La carrera del realizador Kurt Wimmer se caracteriza por una afinidad hacia el cine de género, con guiones para cintas tales como el remake de The Thomas Crown Affair (1999), The Recruit (2003), Street Kings (2008), Law Abiding Citizen (2009), Salt (2010), entre otras.

Sin embargo, es esa devoción la que quizás le impide el romper sus barreras y descubrir cosas nuevas que revitalicen las fórmulas preconcebidas.

Esto se manifiesta en mayor medida en su film Ultraviolet (2006), un festín estilizado de violencia — aunque muy hueco, gracias a una terrible intervención editorial fuera del control de su realizador — que emula a las franquicias de juegos de video shoot’em up/first-person shooters representativas del siglo XXI. No en balde, utiliza como protagónico a la ‘Diva de Divas’ en la materia, Milla Jovovich.

Sin embargo, para el caso de Equilibrium, su opera prima del 2002, tengo opiniones encontradas.

No solamente es por el hecho de que es uno de los filmes sobre los cuales tengo un aprecio enorme, ya que logré verlo en la época donde se sentía fresco y revitalizado dicho género, donde The Matrix (1999) vino a cambiar las reglas del juego y a imponer una estética visual sin precedentes en el action film americano, pero que sin embargo este affair se ha ido diluyendo hasta volverse difuso, aparente.

La cinta presenta un futuro donde la sociedad decide reprimir las emociones, estableciendo un estado totalitario que elimina cualquier estallido de sensibilidad para mantener el orden, eliminando toda expresión artística y diseminando una cultura anti-individualista, estableciendo al rimbombante cuerpo del Tetragrammaton — “clérigos” con técnicas de pelea y armamento invencibles — que purgan los pecados de los sentidos.

Pero cuando el clérigo John Preston (Christian Bale) se ve en la necesidad de eliminar a uno de los suyos (Sean Bean), dentro de él empiezan a surgir las dudas si está haciendo lo correcto. La captura de una mujer que oculta antigüedades (Emily Watson) le trae a su mente el recuerdo de su esposa, lo cual lo lleva a un viacrucis donde deberá apoyar al líder de un movimiento de resistencia (William Fitchner), escapar de la sospecha de su misterioso colega (Taye Diggs) y desobedecer a su capitán (Angus Macfadyen). 

Equilibrium se inspira en el placer vertiginoso por el combate estilizado de Matrix, pero no es una copia verbatim. Lamentablemente para Wimmer, no logra introducir un velo de sutileza para esconder su homenaje a 1984, Brave New World y Farenheit 451. Probablemente, Wimmer intenta amartillar sobre la mente del mainstream las atmósferas Orwellianas, Bradbury-escas y Huxley-ísticas, con el fin de decirles “esta es literatura esencial”.

No me cansaré de alabar la labor histriónica de Christian Bale, heredero de las glorias de method actors consagrados. Estoico, cerebral, explosivo, y con el porte suficiente para llevarse a la audiencia al bolsillo. Incluso siendo un peón al servicio del plot en Equilibrium, Bale entrega calidad en pantalla, donde ejecuta sin descomponer la figura las complicadas y rígidas coreografías de acción (bautizadas por Wimmer como ‘Gun Kata’). Sin embargo, es esta misma rigidez que evita que disfrutemos al film plenamente — aunque personalmente lo hice, pero para otros sin duda alguna esta realización se convierte en pleno artificio sin sustancia.

Esta misma frialdad se impregna en otros aspectos del film dada su pulida cinematografía, meticulosa, donde cada toma es capturada de forma pulcra, inmaculada, donde la luz está en su lugar preciso y la ambientación presenta una correcta atmósfera neo-fascista que demanda el guión, incluyendo el uso sumamente cuidado de evocativa arquitectura pseudo-expresionista germánica.

Los contrastes son evidentes, marcando a un mundo en orden que explota por una chispa de caos, la fe como resultado de la doctrina en lugar de convicción genuina y la contradicción de una figura emotiva como lo es un clérigo como instrumento de represión. La sutileza, como mencionamos, se deja de lado.

El discurso ideológico llega a un momento donde se despide del homenaje literario y empieza a esbozar momentos dignos de análisis (donde Fitchner y Bale discuten sobre la necesidad del soldado para ser frío sin importar las consecuencias), pero cuya exposición limitada nos evita pensar por mucho tiempo sobre ello.

Toda esta precisión milimétrica tiene para su mala fortuna puntos de presión que son diezmados, haciendo que este ejercicio cinematográfico de estilo empiece a mostrar grietas, donde en un mundo que se autoproclama frío y carente de emoción manifiesta discursos y demagogia que se entregan con furia y pasión. La dirección se toma libertades y omisiones narrativas que abogan por la suspensión de la incredulidad de su público.

¿Podemos creer que hay instantes donde la cinta se satiriza a sí misma, víctima de su propia cadena de inverosimilitud? Quizás.

Wimmer yerra al colocar a su cinta sobre un pedestal, poniendo al espectador como testigo mudo y sin involucramiento ante las vicisitudes del protagonista. Equilibrium es un film de género con buenas intenciones, pero cuyas expectativas no son cumplidas en su totalidad, cayendo irremediablemente en el rincón del cine de culto que tanto adoramos y protegemos a cualquier costo, y que sin temor a equivocarme este film ocupa un merecido lugar.

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