The Girl who Played with Fire | Suecia, 2009
Dirigida por Daniel Alfredson
Libreto cinematográfico por Ulf Ryberg
Basada en la novela “Flickan som lekte med elden”, por Stieg Larsson
Reparto: Michael Nyqvist, Noomi Rapace, Lena Endre, Per Oscarsson, Georgi Staykov, Micke Spreitz, Paolo Roberto y Yasmine Garbi
Cinematografía por Peter Mokrosinski
Musicalización por Jacob Groth
Edición por Mattias Morheden
Producida por Soren Staermose y Jon Mankell
Distribuida por Zodiak Entertainment, Music Box Films y Momentum Pictures
Tras la muerte del novelista y polémico periodista/activista Stieg Larsson en el año 2004, sus manuscritos ‘Män som hatar kvinnor’, ‘Flickan som lekte med elden’ y ‘Luftslottet som sprängdes’ fueron publicados, convirtiéndose en un fenómeno literario a nivel mundial.
Los derechos para adaptar las novelas de Larsson a la pantalla grande cayeron en manos de Yellow Bird (quienes produjeron la serie policiaca de televisión y cine Wallander), y en 2009 debuta en cartelera la primer entrega de esta trilogía: Män som hatar kvinnor (traducida literalmente en español como ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, y comercializada en la Unión Americana como ‘The Girl with the Dragon Tattoo’).
La trilogía continúa con ‘Flickan som lekte med elden’ (comercializada como ‘The Girl who Played with Fire’), manteniendo al reparto original de la primer cinta.
Tras un año de ausencia, Lisbeth Salander (Noomi Rapace) regresa a Suecia para reencontrarse con aquellos a quienes dejó atrás, con excepción de Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist), quien está a punto de publicar un artículo arriesgado sobre una red de tráfico y prostitución de mujeres en su revista Millennium.
Desafortunadamente, los investigadores asignados al caso son brutalmente asesinados antes de que la revista salga publicada. La evidencia apunta a un sólo responsable: Salander.
Lisbeth emprende una carrera contra el tiempo para demostrar su inocencia. Por su parte, Mikael sabe que hay una conspiración para inculparla, y hará todo lo posible para ayudar a su amiga.
La narrativa difiere por completo de ‘Dragon Tattoo’, cambiando la trama de un ‘whodunit’ por uno de intriga conspiratoria. De igual forma, el montaje dirigido por Alfredson inicia con tomas de locales vistosos y un radiante sol para demostrar que Lisbeth vive en relativa paz. Sin embargo, a medida que avanza la historia, la iluminación decae poco a poco, lo que nos conduce a lo más recóndito de los secretos que oculta esta misteriosa mujer.
El pasado de Salander amenaza con ser revelado, ofreciendo el origen a los traumas del personaje y su motivación.
El film nos ofrece durante los primeros 20 minutos una buena dosis de exposición, donde nos lleva a conocer un poco más del cast que rodea a los protagonistas (el primer film estuvo enfocado de forma concisa sobre Nyqvist y Rapace).
Esto se realiza de forma efectiva, ya que cada uno de ellos (Per Oscarsson, Paolo Roberto y Yasmine Garbi) aporta sobremanera en elementos que hacen avanzar la trama, haciendo que el espectador quede atrapado.
Esta es una buena decisión por parte de la producción, ya que presenta al espectador la idea de que tanto Blomkvist como Salander son personas que viven una vida al filo del peligro, donde sus acciones ponen en riesgo a sus seres más cercanos.
Noomi Rapace repite su excelente caracterización como Salander: concentrada, decidida, brutal. El reencuentro con una persona clave en su pasado (interpretada por Georgi Staykov) está muy bien lograda, ya que en ambos no se palpa algún signo de fragilidad o condescendencia. Los dos desean eliminarse mutuamente con el fin de seguir adelante.
Sin embargo, Rapace entiende que Salander tiene una manera muy particular de “abrirse” hacia las personas que aprecia: en base a acciones. Enviando mensajes o demostrando físicamente su afecto nos hace ver a una persona inestable emocionalmente, con dificultades para relacionarse con los demás.
Por su parte Michael Nyqvist emprende una travesía periodística para descifrar el oscuro pasado de Salander. En su papel de Blomkvist, nos enseña un poco más de la vida dentro de Millennium como una publicación de denuncia social, donde demuestra que es capaz de llegar al extremo de la ética de periodista con el fin de hacer que los responsables del predicamento de Lisbeth sean capturados.
Elementos mostrados en la primer entrega regresan: los flashbacks de la niñez de Lisbeth son explorados de forma íntegra, así como también su obsesión por el control, mostrada a través de su constante vigilancia hacia la computadora de Mikael y su virtuosa memoria fotográfica (clave en una escena donde encuentra una pista crucial en su búsqueda).
También, se repite una escena de tortura en la que participa Rapace. El realizador no olvida que hay un hilo conductor en cada una de las partes que componen la “Trilogía Millennium”: la inconsciencia del hombre en tratar a la mujer como un objeto y las consecuencias que esto implica.
El film ofrece en su parte final un punto de intersección entre las odiseas de Salander y Blomkvist. Sin embargo, el encuentro es diseñado de tal forma que choca contra nuestras expectativas. El realizador compone su escena para darle una pausa al espectador, para que medite lo acontecido.
The Girl who Played with Fire ofrece emociones al por mayor, con una cinematografía muy bien cuidada, manteniendo una consistencia con elementos de la cinta anterior, pero con una identidad propia, no imitando ninguna fórmula expuesta por ‘Dragon Tattoo’.
La cinta culmina de una forma efectiva, dejando al público con ganas de más, con una serie de interrogantes sobre el destino de sus héroes, las cuales se revelarán en la última entrega de la saga, The Girl Who Kicked the Hornets’ Nest.