Justicia, como relámpago

Thunderbolts: un comic en eterno estado de reinvención y supervivencia. Mi favorito.

— figuras folclóricas de discusión pública; my own personal canon

Mi encuentro con el llamado Noveno Arte, la aventura gráfica, los comics, data desde una temprana infancia, y ha sido sin lugar a dudas una presencia infaltable dentro de mi experiencia de vida. Los comics son un ejemplo más de esa necesidad del ser humano por contar historias de diversas magnitudes y líneas de interpretación que son tanto épicas como muy personales, y que quedan en la memoria colectiva de quienes las atesoran y las convierten en culto sin importar su temática y los personajes que la conforman.

Thunderbolts, serie publicada por la longeva casa editora de Marvel Comics desde 1997, es una de esas historias de las que les hablo. Mi romance con este comic empezó en Marzo del año 2000, cuando adquirí mi primer ejemplar en la ahora extinta tienda de Comics, Cards and Toys, que se situaba en la siempre colorida, frenética y laboriosa Avenida Padre Mier en el centro de la ciudad de Monterrey.

PADREMIERtn

A través de Google Maps podemos ubicar donde se encontraba Comics, Cards and Toys.

A las primeras de cambio fue sin temor a equivocarme un producto confeccionado a la medida de mis intereses, siendo una gran aventura que tenía absolutamente TODO: una robusta narrativa con múltiple contenido emocional y simbólico; repleta de personajes más grandes que la vida misma; con un atractivo y espectacular arte secuencial; acción estilizada propia del género de superhéroes; giros en la trama de gran complejidad y una reflexión profunda sobre las conductas de su entrañable reparto.

Presentado bajo un acertado lema (“Justice, like lightning, ever should appear—to few men ruin, but to all men fear”), Thunderbolts marcó como premisa original a un mundo sacudido por la pérdida de sus héroes. Es ante esta catástrofe que surgen nuevos campeones para defenderlo.

Sin embargo, lo que la gente no sabía era que estos nuevos ídolos eran nada menos que los “Masters of Evil” (Los Amos del Mal), supervillanos con un largo historial en el universo de ficción de Marvel Comics. Tal revelación en su momento sacudió a toda la comunidad del comic, y fue una sorpresa que garantizó en forma definitiva su éxito y longevidad.

Pero la pregunta era obvia para todo su grupo de lectores: ¿qué harán estos héroes falsos cuando la adulación, la fama y el agradecimiento del prójimo los atrapen? ¿Querrán seguir el camino del mal? ¿Buscarán de una vez por todas el perdón de sus pecados?

Es así como el comic introdujo una temática fundamental: la búsqueda de la redención, que a través de los años en los que se desarrolla la historia se convirtió en el hilo conductor que llevó a sus protagonistas, los también llamados “Héroes más buscados de Marvel”, a hacer el bien.

Su publicación serializada le dio el beneficio de contar con un plan a largo plazo para explorar todas estas posibilidades narrativas, siendo un factor clave para mantener a una base leal de aficionados. A lo largo de los años, el comic experimentó una curiosa evolución con direcciones insospechadas, incluyendo también decisiones editoriales que ante los ojos del fandom fueron tanto drásticas, inaceptables, lógicas y necesarias; siendo un concepto en un continuo estado de reinvención. Este aspecto es lo que ha mantenido a Thunderbolts con vida; siempre adaptándose a las tendencias que definen al mercado mainstream en la industria de los comics.

Mi afición por esta inusual saga me brindó la posibilidad de entablar conversaciones breves y amenas con excelentes personas, ya sean fans o el propio equipo creativo detrás de la serie, entre los que destacan los guionistas Kurt Busiek y Fabián Nicieza, el editor Tom Brevoort y el ilustrador Patrick Zircher; veteranos del comic quienes ofrecían para nosotros tiempo de su apretada agenda de trabajo para responder a dudas o simplemente integrarse a una comunidad muy unida de aficionados a esta obra literaria. Mi anécdota más grata fue sin duda que el propio Nicieza me obsequiara de manera espontánea un ejemplar autografiado de Thunderbolts #34, en ese momento el único tomo faltante en mi colección. Un gesto del cual siempre estaré agradecido.

Esta pasión por los Thunderbolts creció hasta el punto de llevarme a redactar una crónica más que completa (y necesaria) de las peripecias de estos personajes a través de una página de Internet; trazando a lo largo de cientos y cientos de párrafos su pasado, presente y futuro, siendo éste el comic más impredecible de todos. Fue en dicho momento que nació el recurso electrónico de Thunderbolts Universe, que amasó un importante acervo digital que se fue expandiendo a lo largo de trece años de existencia (!) consolidándose como un tributo más que sentido.

Thunderbolts Universe, en su última versión en el 2013.

Fue en el año 2013 en la que la publicación finalizó su tiraje e historia original, siendo rebautizada bajo esquemas menos desafiantes e inciertos, aproximándose a su vez a un esquema más comercial y libre de un importante bagaje.

De ser una serie de culto con personajes muy específicos, Marvel Comics convirtió a Thunderbolts en una puerta giratoria y de roster intercambiable; sujeto a los designios del plan editorial en turno y a las necesidades de ventas a corto plazo—incluyendo cortos revivals en diferentes volúmenes entre 2016-17 y 2021-24, los cuales no llegaron a ningún lado.

Tristemente, esa pérdida de su esencia fue el inicio del fin para este comic; provocando que se disipara todo su grupo de fans (entre los que se incluyen a profesionales de la industria que se han confesado como seguidores), cerrando con ello un pasaje de nuestras vidas que estuvo repleto de relatos y esfuerzos artísticos de gran calidad, y que perduran como un recuerdo imborrable.

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