Final Crisis
Escrito por Grant Morrison
Arte por J.G. Jones, Doug Mahnke, Carlos Pacheco, Matthew Clark, Marco Rudy y Lee Garbett
Tintas por Jesús Meriño, Tom Nguyen, Drew Geraci, Christian Alamy, Norm Rapmund, Rodney Ramos, Rob Hunter, Don Ho, Mark Irwin, Doug Mahnke, Derek Fridolfs, Trevor Scott y Walden Wong
Color por Alex Sinclair, Tony Aviña, Pete Pantazis, Guy Major, David Baron, Richard Horie y Tanya Horie
Efectos en 3-D por Ray Zone
Letra por Rob Leigh, Travis Lanham, Rob Clark, Jr., Nick J. Napolitano, Ken López, Jared K. Fletcher y Steve Wands
Edición por Eddie Berganza, Adam Schlagman, Janelle Asselin y Mike Marts
Publicado por DC Comics
El solo pronunciar esta frase causa ámpula en el aficionado al comic de superhéroes.
Concebida por el aclamado y polémico Grant Morrison, dicha obra marca un antes y un después para el acervo literario publicado por la longeva editorial de DC Comics.
Siempre ocupando un lugar preponderante dentro de este género junto a su eterno competidor Marvel Comics, DC acostumbra sacar al mercado narrativas de gran impacto y alcance que sacuden a los cimientos de su canon de historias, y que sacan lustre a su extenso catálogo de personajes, cuya propiedad intelectual incluye a íconos culturales reconocidos mundialmente tales como Superman, la Mujer Maravilla, Batman, Flash, Linterna Verde, Superchica y muchos otros.
Además de publicar relatos como pueden ser la tradicional batalla del bien contra el mal, el drama urbano, la fantasía, el Sci-Fi y el crimen y castigo, DC ha hecho una costumbre el realizar esfuerzos conscientes de revisionismo, es decir, alterar, simplificar o hacer una pausa y comenzar a reconstruir desde cero a su universo de ficción. Para ello recurre cíclicamente a magnos eventos que son de proporciones cataclísmicas para sus superhéroes y villanos. De ahí surge el ahora clásico concepto de la “CRISIS”.
Morrison y Jones, mirando absortos las páginas de Final Crisis #1, en una cándida sesión de fotos con Vaneta Rogers en la Comic Con de Nueva York (Abril, 2008).
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CONTEXTO
El primer intento de esta envergadura fue sumamente exitoso a pesar de lo increíble que pudiese parecer un proyecto editorial de dicha magnitud: “Crisis on Infinite Earths” fue una serie limitada – pero conocida bajo el atrayente concepto de marketing “maxiserie” – que constó de 12 tomos y siendo publicada entre 1985 y 1986. Bajo la pluma del experimentado autor Marv Wolfman y acompañado por el arte espectacular y característicamente ultra detallado del ilustrador George Pérez, “Crisis” erradica, comprime y reescribe de tajo a toda la historia publicada por DC Comics hasta ese dicho momento (desde 1938 a 1986), entrando así en una tónica editorial back-to-basics que consolidaba en un solo “universo” a todo su catálogo, anulando de esta manera cualquier versión “alternativa” de sus personajes emblemáticos y secundarios.
Un universo unificado implicaba la ausencia definitiva de las peculiares “Tierras paralelas”, y con ello tendríamos a una línea de tiempo de relativa simpleza y que se expandía nuevamente. Un punto de partida fresco. Sin embargo, diversos autores a lo largo de los años, así como lectores de la “vieja guardia” veían en esto un enfoque restrictivo, sujeto a justificación y escrutinio constante.
¿Por qué tener a un solo Superman si podemos tener a MUCHÍSIMOS Supermanes? Posibilidades infinitas se contraían a un solo edicto, a un solo mundo. Eventualmente, DC decide publicar una línea editorial para saciar ese creciente interés tanto de escritores como aficionados: “Elseworlds” constituyó una exitosísima lista de ediciones especiales que les ofrecía carta blanca a equipos creativos de gran talento, y con ello publicar su propia visión sin filtros de sus personajes predilectos.
“Zero Hour: Crisis in Time!”, escrita por Dan Jurgens en 1994, fue un sutil intento de parte de DC para aplicar retroactivamente ciertas correcciones a su nueva historia, siendo esto un proyecto cuyo éxito comercial fue relativo, y dejando mucho que desear respecto a su calidad.
Posteriormente, “Zero Hour” da paso a “The Kingdom” en 1999, el cual resulta ser una conveniente excusa para su autor, el laureado Mark Waid, de establecer que toda la historia alterna de DC “sigue ahí afuera”, esperando a ser reutilizada nuevamente. Son contados los intentos por hacer de esto una realidad, siendo descontinuado este concepto al poco tiempo por la propia editorial.
De esta manera surge “Infinite Crisis” en el período de 2005-06. Escrita por el talentoso Geoff Johns, y acompañado por Phil Jiménez en el arte, el cual es reminiscente en todo momento a George Pérez. Esta saga de 7 tomos se consolida como la primera secuela oficial de “Crisis on Infinite Earths”, retomando parte de su línea argumental y de sus personajes, teniendo como objetivo final el regreso de los universos alternativos, aunque de una forma más controlada (tan sólo 52), reescribiendo de nueva cuenta a la historia de este “Universo DC” y de muchos de sus protagonistas.
En términos generales, la Crisis es sinónimo de una gran historia de impacto profundo en la ficción serializada de los comics de superhéroes, repleta de escenarios apocalípticos, drama interno, peligro mortal y situaciones cargadas de pseudo-ciencia en las cuales la estructura del tiempo y el espacio es maleable, provocando cambios constantes en las ediciones impresas a lo largo de los años por DC. De esta manera, los fans se vuelven testigos de aventuras repletas de acción y heroísmo, además de ser partícipes de una acalorada polémica tras este constante revisionismo que anula, revoca o trae de regreso a innumerables relatos tanto recientes como de antaño de manera arbitraria.
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MAINSTREAM ON FIRE
El fan de los comics se sabe al dedillo la historia de sus superhéroes favoritos, y hablar de series como “Crisis” es sumamente interesante y agradable. Son pedazos de historia misma para una forma de entretenimiento gráfico que lleva poco más de un siglo en la consciencia de la humanidad, en múltiples géneros y presentaciones. Sin embargo, es importante señalar que muchos de estos magnos eventos de héroes vs. villanos surgen más como una respuesta a la competencia que como un esfuerzo consciente y espontáneo.
Para el ciclo entre los años 2004 al 2008, era claro que DC Comics había perdido el liderazgo de ventas en la unión americana. Esto se debió al advenimiento paulatino de Marvel Comics a partir del año 2000, alcanzando un alto perfil gracias a destacadísimos proyectos individuales y colectivos de gran trascendencia, aunado a un aplastante éxito de adaptaciones multimedia de personajes tales como Spider-Man y los X-Men. Así, Marvel se había situado en la cima del escalafón de ventas y en la consciencia del público casual.
Era raro ver a un comic de DC en el Top Ten dentro del Mercado Directo del comic comercial. Era notable que Superman y Batman seguirían vendiendo in secula seculorum, pero no era suficiente. Había que dar un golpe sobre la mesa.
“Identity Crisis” en 2004 era la respuesta de DC al creciente éxito de Marvel Comics. Trayendo a un talento novel en el mainstream como el prolífico novelista Brad Meltzer y con portadas del súper estelar ilustrador independiente Michael Turner (1971-2008), además de un sobresaliente arte en interiores tanto pulcro como de gran vivacidad por Rags Morales, se apostaba por un renacimiento editorial que le daría batalla a su acérrimo rival. Identity Crisis reemplaza hecatombes universales por una historia de corte más personal y detectivesco, en donde secretos oscuros salen a la luz y que amenazan con acabar con la amistad entre los superhéroes más emblemáticos de la compañía. Sin embargo, la lógica interna y las extremas libertades creativas dentro de esta miniserie en su recta final no solamente la colocó en el ojo del huracán, sino que al día de hoy es recordada como una historia de momentos dramáticos pero poco cohesiva y más cercana al shock value deliberado con el fin de ser “relevante”.
De todos modos, Marvel contraatacaba con la aún más polémica y altamente lucrativa saga de “Avengers Disassembled”, escrita por el siempre polémico Brian Michael Bendis, y que situaba a esta compañía en una dirección a nivel narrativo y editorial como nunca antes vista, tomando por sorpresa al mercado y ocupando el puesto de privilegio en forma permanente.
A partir de ese momento, esto se convertiría en un toma y daca constante, y nosotros sentados en primera fila: Marvel con “House of M” en 2005-06 derrotaría a Infinite Crisis y sus series complementarias (Day of Vengeance, Rann-Thanagar War, Villains United y The OMAC Project). DC contragolpea con la serie semanal “52” y el evento editorial “One Year Later”, pero muerde el polvo ante la descomunal “Civil War”, que pone en el tablero un conflicto de Héroes vs. Héroes que acaparó la atención del fandom completamente.
Las decepcionantes “Amazons Attack” y “Countdown” en 2007 dejaban claramente una victoria para Marvel, que hacía suyo el primer sitio con su línea editorial de “The Initiative”, surgida tras los eventos de Civil War, y con un enfoque más centrado en fortalecer a sus series de publicación mensual.
Es de esta forma que fuimos testigos de un mainstream maniatado por la polémica mediática, el hype descontrolado y el excesivo evento anual en pos de la supremacía del mercado a corto plazo. Una tendencia que se mantiene hasta el día de hoy.
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FINAL CRISIS
Grant Morrison deja a Marvel en el año 2004, tras un muy publicitado y controversial altercado con el entonces Editor en Jefe, Joe Quesada. El autor, aparentemente cansado de una línea editorial restrictiva y carente de oportunidades propias para su peculiar estilo de ciencia ficción y surrealismo, decide comunicar su intención de irse de la compañía en pleno verano y en la época de convenciones, dejándole muy poco margen a los editores para buscar un reemplazo. Hay quien dice que en los pasillos de la Comic-Con de San Diego tanto él como Quesada se hicieron de palabras—aparentemente ambos arreglaron sus diferencias tiempo después, siendo que colaboraron juntos en una historia corta para el comic de “All-New Miracleman Annual” en el 2014.
Morrison se une a las filas de DC Comics casi al mismo tiempo en el que Dan Didio fuese nombrado Vicepresidente y Editor Ejecutivo. En una mítica anécdota contada por Morrison en diversas entrevistas, Didio conoce por vez primera el alcance de las ideas del autor escocés, al tener acceso privilegiado a los libros de notas repletos de ideas y bocetos que Morrison ha amasado a lo largo de su carrera (casi virtualmente una idea por cada uno de sus personajes favoritos en esta casa editora).
Esto convence al flamante ejecutivo de que Morrison es un activo indispensable para llevar a DC a otro nivel, dando como resultado una carta blanca y enorme libertad creativa. El objetivo para este escritor fue el reconceptualizar a cada personaje bajo su pluma, ofreciendo nuevos insights y personalidades actualizadas para la audiencia del siglo XXI, reteniendo a su vez a los elementos visuales que los hicieron famosos en su momento. Era ahora o nunca para que uno de los autores consagrados en el medio resucitara a esta publicadora.
Morrison crea a partir de ese momento obras definitivas dentro del comic comercial tales como All-Star Superman, Seven Soldiers, 52 y Batman, además de series independientes dentro del sello alternativo Vertigo como Seaguy, Vimanarama y We3. Para la editorial Wildstorm ofreció versiones actualizadas para títulos como Wildcats y The Authority, pero que fueron abandonados a los pocos meses.
Para el año 2008, la configuración del comic comercial era clara con la presencia de Marvel Comics en el escalón más alto. DC tenía situado solamente al comic de Linterna Verde de Geoff Johns como su máximo bestseller y con pocas posibilidades de colocar a alguna otra serie dentro del Top Ten—el comic de Batman bajo la pluma de Morrison aún no mostraba esos esbozos de grandeza que lo llevaron al cénit en años posteriores. Image Comics estaba aún lejos de su explosivo reingreso a los primeros planos—el cual se da a principios del 2010—siendo solamente The Walking Dead e Invincible, ambos por Robert Kirkman, sus representantes más destacados. Dicho año representó para Morrison el volver a la palestra dentro del mainstream, de la misma forma que lo hizo para Marvel en el ya lejano 2001 con la agudísima reingeniería de Social Sci-Fi de NEWXMEN.
Pero aún y cuando bajo su bolsa tenga numerosos hits y garbanzos de a libra, además de una presencia constante en el mercado, para muchos sigue siendo un gusto adquirido. Basta con decir que su body of work es tanto admirable, impresionante, robusto, novedoso, inteligente, elegante, provocativo y adelantado a su época, así como también impenetrable, incomprensible, denso, complejo y repleto de tonterías, siendo todos estos atributos lo que lo sitúan en un pedestal aparte de sus contemporáneos. En la idolatría y en la infamia por igual.
Siendo sin duda uno de mis autores favoritos y una de las voces autorales definitivas dentro de los comics a lo largo de su historia, me es difícil siempre el juzgar a Grant Morrison en términos objetivos. Me decanto sobremanera por esa aura off-beat, locuaz y sin ataduras que le impregna a sus trabajos en múltiples géneros, siempre dando de qué hablar y publicando comics por encima de la norma.
Su estilo para quienes no lo conocen se inclina mucho en el análisis profundo de la relación entre el público y el material de lectura, y las reacciones que este último provoca sobre su audiencia. Siendo un autor de larga trayectoria, Morrison emplea recursos propios de los escritores avant garde, que han recorrido el mundo y asimilado su diversidad cultural, absorbiendo e interiorizando un sinnúmero de manifestaciones artísticas e influencias invaluables. Todo esto ha llevado al oriundo de Glasgow a ser dueño de un nutrido repertorio que le otorga a su trabajo una dimensión diferente, lejos del pastiche.
Así, leer un comic “Morrisoniano” implica un esfuerzo considerable de la audiencia para descubrir todos sus secretos, admirar a sus característicos personajes y poder formar un juicio más allá de lo superficial. Lo dicho, es un gusto adquirido.
Fuera de sus obras de corte independiente, leer un comic comercial escrito por Morrison implica un asiento en primera fila para un espectáculo sin igual repleto de dramatismo y acción desenfrenada, llevadas a cabo ya sea por héroes solitarios o súper equipos plenamente conscientes de sus alcances y limitaciones, de vastos recursos, sumamente inteligentes y dueños de diálogos audaces que les dan una presencia, porte y carisma como no tienes idea, dejando claro el gran respeto que el autor le da a la propiedad intelectual de DC o Marvel para colocarla en un lugar privilegiado y en el gusto del aficionado.
De esta manera, tenemos a Final Crisis, el último capítulo en una trilogía que inició en 1985, y de la cual acarrea sus elementos distintivos, pero contados a través de un lenguaje contemporáneo. Morrison construye un argumento más que interesante, el cual explora el concepto de una aventura épica/mítica y de “historias dentro de historias dentro de historias”, con un storytelling frenético en el que varios eventos suceden a la vez, con buenas dosis de acción y una gran cantidad de ideas, las cuales cuestionan a la propia naturaleza del “Universo DC”, una cosmología y ente literario con vida propia, una ficción tangible que es expandida página tras página por múltiples autores, entre los que destaca el inimitable e inmortal Jack Kirby (1917-1994), a quien Morrison le ofrece un sentido homenaje en esta miniserie, regresando a él y a su memorable obra para captar sus enseñanzas, su inventiva y su amplio sentido de innovación que lo consolidó como el “Rey” de los comics. Las contribuciones de Kirby – conceptos y personajes – para DC Comics son la punta de lanza que mueven los hilos de Final Crisis, creando así a una atractiva elipsis en donde El Rey es el inicio, el fin y más allá.
Junto a The Invisibles, esta miniserie representa un magnum opus, en la que alcanza el límite al que llegan las habilidades del autor como maestro narrador, codificando el lenguaje y posibilidades infinitas que ofrecen los comics, deconstruyéndolo en forma definitiva. Final Crisis es un intento por hallar la confluencia entre la vida que se convierte en mito y que se convierte a su vez en pop, en literatura inmediata que atrapa a una audiencia tanto casual como incondicional, atraída por el concepto del héroe primario, que supera a toda hecatombe en pos del triunfo contundente sobre la maldad… la Crisis Final.
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EL ESTILO
Final Crisis es en verdad ambiciosa, ya que recorre el largo y ancho del acervo literario de DC, incluyendo a sus personajes principales y reparto de apoyo más representativo y secundario, sus coloridas ciudades, sus planos de realidad superior, sus protectores interplanetarios y sus panteones de dioses más poderosos. En base a ello Morrison presenta un gran atlas que nos deja boquiabiertos de principio a fin. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Es claro el desdén generalizado que pesa sobre este comic en sus años posteriores, recibiendo tanto elogios como críticas.
El principal problema radicó en su intento deliberado por reemplazar la elocuencia tradicional de un comic de superhéroes por un argumento basado sobremanera en la metáfora y en un idioma que en todo momento fue sugerente mas no explícito, que corta preámbulos innecesarios y que presenta diversos frentes a la vez. Es decir, 100% atípico a lo que espera el aficionado promedio, acostumbrado a intercambios de tipo lineal en las historias que consume con regularidad dentro de este género.
El autor atribuye todo esto a una intención consciente por hacer evolucionar al estilo de una historia estándar de héroes vs. villanos. En sus propias palabras, esta obra es un esfuerzo pleno por elevar el nivel narrativo del texto en sus manos a algo completamente distinto y retador para la audiencia:
“No quise usar las técnicas de antaño. Final Crisis surge como una tercera parte en una trilogía con Crisis en las Tierras Infinitas y Crisis Infinita. En cierta manera, era ofrecer un cierre a diversas ideas y temáticas de estas historias, lo que significó revisitar cierto terreno del cual todos teníamos cierta familiaridad – el Multiverso, los Monitores, Barry Allen, etc. Entonces tuve que encontrar maneras de presentar estas ideas y hacerlas sentir ligeramente frescas y novedosas otra vez.
Así que elegí hacer a un lado los globos de pensamiento, los monólogos internos y los subtítulos expositivos. Esto no fue nuevo para mí puesto que ya lo estaba haciendo en series como “All-Star Superman” y “Batman”, en los que intenté añadir un cierto sentido de ‘realismo’ – sabes, el mundo real no tiende a tener subtítulos flotantes y explicativos por encima de la cabeza. En el caso de que nosotros estemos en situaciones inusuales, raramente tenemos a la mano una ‘Nota del Editor’ o un ‘globo de pensamiento’ que nos apoye, por lo que fue entonces que tomé esa determinación para hacer de Final Crisis algo distinto a sus predecesores.
La reacción de la gente fue bastante bizarra. Todo fue muy directo, ‘pasa esto, luego esto’, una narrativa sencilla como podrías verla en la TV y en las películas, y aun así he leído gente en Internet teniendo dificultades con esto. En la mayoría de los casos, todo es cuestión de paciencia, ya que todo estará conectado y explicado una vez que el texto finalice, y no antes de tiempo. Lo contrario te volvería loco. Esto es ficción serializada, de eso se trata.
Estoy de acuerdo que el texto no se parece a las Crisis ‘tradicionales’, porque cuando Marv Wolfman y George Pérez y Geoff Johns y Phil Jiménez las hicieron tuvieron que acomodar a un sinnúmero de personajes, algunas veces a 20 por página. Y si tú miras estos comics, lo que estás viendo es sin duda inusual. Pocos pueden organizar esas pequeñas imágenes como George o Phil. Para J.G. Jones, cuyo estilo es más clásico y pictórico, es adecuado para diseños más abiertos y páneles más grandes.”
El arte dentro de Final Crisis corrió a cargo de J.G. Jones, un talentoso ilustrador con un apego a la expresión corporal elocuente y un estilo fotorrealista. A decir verdad, era una opción correcta para retratar los momentos ominosos y una tónica fatalista en la que los héroes de DC se enfrentaban a amenazas fuera de lo común, en situaciones de alto riesgo y en encarnizadas batallas. Morrison expande su opinión respecto al estilo gráfico empleado en su obra:
“Muchos de los comics de superhéroes, en particular aquellos de principios del siglo XXI, emplean alrededor de 4 páginas grandes y vistas en “cinemascope”. Es lo que se acostumbra en el comic moderno y yo quería mostrar a Final Crisis como un comic moderno también. Esto me dejó con los mismos problemas que los autores de Crisis previas enfrentaron: ¿cómo encajar a todos dentro del comic?
El ritmo argumental que elegí para la obra fue una manera de resolver este detalle – ¿cómo tener a todos los personajes de DC en una sola historia, sin tener que usar muchísimos páneles por página y que el comic no luciese saturado, además de no tener que usar herramientas tradicionales como globos de pensamiento o que los personajes se refieran a los demás por su nombre en todo momento? – es decir, estaba intentando hacer algo que se sintiera más ‘realista’, más cercano a lo hecho por la TV y las películas.
Y así fue. No hubo intención de hacer esto difícil para el público a pesar de que deliberadamente los lanzamos de lleno junto a los personajes y a la historia, y los dejamos ahí para que encontraran su propio camino a lo largo de ella. Fue nuestro intento en involucrar a todos los personajes, mostrarlos completamente mientras rondábamos cerca de un grupo muy definido con el cual la audiencia pudiese empatizar. De esta forma, nuestra decisión fue emplear cortes entre escenas muy rápidas, sin mantenernos mucho tiempo con un personaje u otro, y editarlos de tal manera que seguimos rítmicamente y paso a paso a todo alrededor del universo DC, y de esta manera poder meter más contenido.
Estas historias de superhéroes que he escrito recientemente me han llevado a jugar y desmantelar a la plantilla del libreto cinematográfico de Hollywood, la cual está basada en el arquetipo del ‘Viaje del Héroe’. Nadie parece creerme, pero las cosas que hago ahora son una respuesta contraria a escribir guiones de Hollywood, lo cual he estado haciendo en los últimos años con su estructura de 3 actos y así. Como escritor, me parecen demasiado mecánicos y aburridos. Entiendo que son una fórmula probada para producir narrativas que funcionan con audiencias casuales y es bueno conocerlas, pero prefiero hacer comics que rompan y tuerzan un poco las reglas. William Burroughs es una gran influencia personal, pero no se aplica en este caso. En Doom Patrol (entre 1989 y 1992) utilicé cosas como la técnica de recortes y la escritura automática, pero aquí me imagino completamente y muy lejos de ser como Burroughs. Final Crisis es el intento de contar una historia lo más lineal posible, pero de una forma en la que las cosas más obvias que pasan en un comic tradicional de superhéroes parezcan un poco más oblicuas y distintas.
Con Final Crisis, hice cosas para hacer sentir raro a los lectores, para hacerles ver que los héroes estaban en serios problemas, que se sentían débiles y no podían defenderse. Todo fue a propósito pero al servicio de una historia sencilla y lineal, la cual se inspira e informa en todo lo hecho en mi carrera. Puedes ver ecos de “Rock of Ages” (1997-1998) o “Zenith” (1987-1992) en ella, y también un poco de “Miracleman” de Alan Moore, además de “2001: Odisea del Espacio” y mucho más.
Pienso que el estilo narrativo usado en Final Crisis se influencia sobremanera en lo hecho en JLA (1997-2000), el cual empleó cortes rápidos en un estilo sencillo, épico, directo y orientado al plot. ¡Mi sueño siempre fue contar una historia de superhéroes sin todos los pedacitos aburridos!
Es como si fuera música, llevar al pop hacia donde no quede nada, solamente el bajo, la batería, el crescendo y el final, quitarle todas las peleas y conversaciones que son tediosas y dejar las cosas que quisiera leer. Sobredosis de crack en comics de superhéroes. Un comic ‘dance’ sin una pizca de mierda. Creo que el espectáculo y lo asombroso son más importantes en un comic de superhéroes que el plot o los motivos.
Y de manera genuina creo que este es el evento “Final” para mí. Tomo a este título como algo serio. Quería que englobara no solamente lo que he hecho en toda mi trayectoria sino que también evocara a otros crossovers a lo largo de los años – tenemos un asesinato como en Identity Crisis, los cielos de color rojo y los Monitores de la primera Crisis, las distorsiones en el tiempo de Zero Hour, y muchas tierras paralelas. Intenté acomodar todas estas cosas pero también de una forma nunca antes hecha. Una vez que avancemos hacia su recta final, es un embate definitivo a la premisa básica del género de superhéroes y a la idea de lo que es una ‘historia’ per sé.”
Parte de este potencial es mostrado en una edición especial de nombre Final Crisis Sketchbook, la cual ofrece notas selectas, sketches y arte conceptual del propio J.G. Jones para la serie, acompañado de las ideas originales vertidas por Morrison—tanto para el ensamble de superhéroes y villanos como un tentativo diseño de portadas, logotipos y minucia que formaría parte de la tónica visual para Final Crisis. Este sketchbook fue expandido además en otros comics tales como “Final Crisis: Secret Files”, y en la edición de colección “Absolute Final Crisis”.
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LA POLÉMICA
El ‘lead time’ provisto para Morrison y Jones por parte de DC Comics indicaba que había un año de trabajo por anticipado para escribir, ilustrar y publicar Final Crisis. Siendo víctima de su propia codicia, las grandes editoriales aprovechan en todo momento los espacios entre grandes eventos para saturar los stands de comics que, directa o tangencialmente, se relacionan con ellos. Esto se entiende, ya que esta industria vive de la publicación serializada, mensual, continúa, de comics y más comics que provean volumen de ventas y que justifiquen la existencia de las editoriales mainstream a sus dueños y accionistas.
Sin embargo, no se comprende que esto no se haga bajo un esfuerzo más inteligente, planeado, paciente y con la plena seguridad de que TODO VA A ENCAJAR. En el caso de Final Crisis, fue evidente que no hubo tal coordinación, creando así una bola de nieve que llenó a DC de una infamia por demás terrible.
Esa bola de nieve tuvo un nombre: “Countdown to Final Crisis”, una serie semanal que, durante el año 2007, abarcó todos los aspectos dentro del universo de ficción de DC. Este fue el segundo intento de la publicadora por llenar el calendario con una serie anual, siendo la primera “52”, escrita en conjunto por Greg Rucka, Keith Giffen, Geoff Johns, Mark Waid y Grant Morrison, la cual tuvo como premisa inicial el reintroducir a los universos paralelos dentro del canon de historias de la editorial (por ello el epónimo título simbolizando a 52 universos).
El éxito tanto en ventas como en la crítica aseguraba que la fórmula podía ser repetida nuevamente con el mismo resultado, y más aún cuando el maestro narrador dentro de Countdown era nada menos que Paul Dini, el artífice detrás del llamado “Universo Animado” de DC Comics, con series de gran calibre tales como Batman: The Animated Series, Superman Adventures, Batman Beyond, Justice League Unlimited, entre otros.
Grave error. En términos generales, DC tenía en sus manos un cúmulo de elementos temáticos basados en ciertos personajes claves, universos alternos relevantes para la historia, y un destino común que era la publicación del primer tomo de Final Crisis, con fecha de salida en Julio de 2008. Así, se trazó inicialmente una “biblia” de acuerdo a la visión de Dini, y a partir de la cual fueron contribuyendo un gran número de autores. Sin embargo, y a medida que fueron saliendo al mercado las entregas subsecuentes, era claro que esa “Biblia” o “Visión unificada” del Universo DC era maleable, o, en pocas palabras, inexistente. Si buscas una reseña coherente de Countdown, ni siquiera Wikipedia hace un esfuerzo más allá de contar sus pormenores. Respecto a los deslices editoriales que dieron al traste con Countdown, Chris Eckert ofrece una “historia oral” en el sitio web de FunnyBookBabylon.com, en donde compila de forma eficiente diversas entrevistas con los equipos creativos, que dejan entrever la notable descoordinación y versiones contradictorias entre los autores que participaron en ella.
COUNTDOWN.pdf (4MB)
El propio Morrison deja muy claro el lugar en que se sitúa su obra, y los comics que sirven como verdadero contexto:
“Tras mi partida de NEWXMEN (2004), Dan Didio me pidió venir a DC para escribir a Superman (All-Star Superman entre 2005 y 2008). En ese entonces, él estaba en búsqueda de la siguiente “Crisis”, la cual dio lugar a Identity Crisis con Brad Meltzer. Aquella vez envié una propuesta de nombre “Hypercrisis”, la cual incluía algunas ideas acerca de ‘Hypertime’ (un concepto creado en el comic de “The Kingdom”) y las dimensiones superiores dentro de DC. Era una enorme narrativa, 12 tomos, todos ellos como punto de partida para crear nuevas series, además de estar interconectadas para consolidar a una historia épica.”
NOTA: Cabe señalar que muchas de las ideas de Hypercrisis terminaron desarrollándose (aunque de manera superficial) en All-Star Superman, la cual incorporó además elementos sacados de una legendaria propuesta de nombre “Superman 2000” entre Morrison, Mark Millar, Mark Waid y Tom Peyer.
“La primera página abría con el funeral del Capitán Marvel, y Superman decía: ‘Marvel ha muerto’. Así es como iba a empezar. Pero a la editorial no le gustó y eligieron a Identity Crisis, la cual estaba más aterrizada. Pero Dan Didio aún buscaba algo para mí mientras yo escribía “Seven Soldiers” (2005-2006). De ahí partió mi idea de hacer algo con la franquicia de los Nuevos Dioses (creados por Jack Kirby en 1971) y hacerlos funcionar otra vez. Dan me dijo: “bueno, ¿quisieras hacer la Crisis para 2008 y traer a todas esas cosas de vuelta?” Le dije que sí. Todo esto fue a principios del año 2006, y así fue como empecé a escribir el primer guión.
Cuando empecé a escribir Final Crisis #1 en 2006, la serie de “52” comenzó a publicarse, por lo que para mí Final Crisis parecía más una continuación de “52” y “Seven Soldiers” que de algo más. Final Crisis fue parcialmente escrita y estructurada tomo-por-tomo antes de que Countdown fuese siquiera concebida, y mucho menos escrita. J.G. Jones empezaba a trabajar en los diseños y bocetos iniciales al momento de que Countdown comenzó. No existió la oportunidad, ni el deseo, de modificar nuestro contenido durante dicha etapa.
Aunque al equipo creativo de “52” se le pidió contribuir en Countdown, todos nos encontrábamos concentrados en las demandas del calendario semanal y en las propias agendas de nuestros comics mensuales, por lo que cuando comenzaron las discusiones iniciales de Countdown les dije: “Aquí tienen el #1 de Final Crisis y una estructura aproximada de los siguientes 6 tomos. Mientras ustedes dejen las cosas en la forma como empieza Final Crisis, todo estará bien.”
Obviamente, hubiese preferido que a los Nuevos Dioses no se les hubiera tocado del todo, ni mucho menos de una manera tan intensa y antes de que pudiera traerlos yo de vuelta como pensaba. Pero pues yo no manejo DC ni tomo las decisiones.
Final Crisis progresaba durante un buen tiempo e incluso antes de que Countdown terminara, aunque traté en todo momento de no contradecir sus vuelcos en la trama a medida que redactaba mis guiones. A decir verdad, estábamos tan adelantados con nuestra propia historia para reflejar los cambios suscitados en Countdown, de ahí las contradicciones a las cuales, tristemente, la comunidad online encontraba más fascinantes que las propias historias.”
Dichos deslices fueron aquellos relacionados con la muerte del dios Orión en Final Crisis #1, la cual contradecía la manera en la cual fue contado su deceso en la miniserie de Death of the New Gods, publicado de diciembre de 2007 a junio de 2008. Morrison comentó que el primer tomo de su obra fue terminado antes de la conclusión de esta miniserie, por lo que la única forma de conectar sus eventos fue de forma superficial en Final Crisis, y en un breve pánel. De igual forma, para cuando Countdown estaba terminando, el autor ya había planeado los tomos #4 y 5 y J.G. Jones estaba dibujando el tercer capítulo.
“Si hubiese sido yo el único involucrado, Orión hubiese sido el primer Nuevo Dios muerto en DC, desatando una serie de eventos que nos llevaran a Final Crisis. Lo mejor que podía ofrecer ahora era decir que las representaciones contradictorias de la muerte de Orión mostradas en Death of the New Gods y en Countdown fueron intentos apócrifos para describir a un indescriptible evento cósmico.
Reitero, cuando J.G. Jones y yo empezamos a trabajar en Final Crisis, no teníamos idea alguna de lo que iba a pasar en Death of the New Gods y en Countdown, porque ninguno de estos comics existían en ese momento. A los autores de Countdown se les pidió ‘sembrar’ material surgido en Final Crisis, probablemente debido a la presión de llenar páginas de una serie semanal, lo que resultó en narrativas completas que se desviaban en direcciones que nunca preví, anticipé o planeé para Final Crisis.
De la forma en que lo veo, los lectores pueden pasar el resto del año analizando los caprichos de una serie que ya terminó, o soltar un suspiro de alivio, sentarse cómodamente y disfrutar al nuevo y brillante Universo DC que hemos preparado en las páginas de Final Crisis y sus series satélite.”
Suena bien, ¿no? En el papel, lo fue. Desafortunadamente, la realidad fue muy diferente. Los comics relacionados a Final Crisis poco tuvieron que ver con él. Rich Johnston, maestro del gossip en la industria de los comics, manifestó lo siguiente:
“Tengo entendido que Grant Morrison entregó el primer guión en Noviembre (2007). Sin embargo, no era exactamente como se había discutido previamente y no saltaba directamente tras la conclusión de Countdown como era previsto. También se dijo que divagaba en lo que solamente puede describirse como tangentes ‘Morrisonianas’. Tú sabes, eso que los lectores llaman ‘los pedacitos buenos’.
Así que Dan Didio voló hacia Escocia tras el Día de Acción de Gracias para discutir otras alternativas posibles. Entiendo que el guión no se alteró, pero fue a partir de estas discusiones que emergió el comic de 50 centavos “DC Universe #0” y publicado el Día del Comic Book Gratis (2008). Co-escrito por Morrison y Geoff Johns, este comic mantuvo errores de continuidad de Countdown fuera de Final Crisis y dejó sembrado el camino…”
Con el fin de dar una lista completa, tenemos a las siguientes series surgidas durante este turbulento período y que acompañaron paralelamente a Final Crisis, Countdown y Death of the New Gods:
DC Universe #0: la cual consta de diversos prólogos y material publicitario de algunas series en ese entonces próximas a publicarse, en particular Final Crisis: Legion of 3 Worlds, Batman: R.I.P. y la propia Final Crisis. La versión oficial ofrecida por Dan Didio era que los pormenores de este comic formaban parte originalmente de Countdown, pero que su inclusión en dicho comic (y en los próximos tomos recopilatorios) sería confuso para muchos lectores.
Leyendo este comic vimos claramente una necesidad de la editorial por brindar un puente narrativo—en ese momento inexistente—entre Countdown y Final Crisis, dado que sus respectivos contenidos se contradecían uno del otro. DC Universe #0 fue un esfuerzo de última hora por enmendar errores garrafales producto de una descoordinación editorial.
Dentro de sus páginas se infiere que los supervillanos en el universo de ficción de DC están siendo convencidos para unirse, siendo una idea que se expande dentro de Final Crisis #1. Con un arte bastante efectivo de Doug Mahnke y el colorista Christian Alamy, se le trasmite al lector esa sensación de que algo raro y mortal se aproxima, así como también se ofrecen guiños sobre el próximo regreso héroe Flash (Barry Allen) el cual se suscita en la última página de Final Crisis #2. Habiendo muerto en la “Crisis” original de 1985, Barry es presentado en este comic como un narrador omnisciente, quien describe crípticamente todo lo que está pasando con una frase tanto impactante como simbólica:
“I’M THE ONLY ONE WHO KNOWS THERE WAS A WAR IN HEAVEN. AND EVIL WON.”
Este slogan acerca del “triunfo” del mal formó parte de la compaña publicitaria para la serie, siendo sumamente efectiva en los meses previos a su publicación, levantando la expectativa del fandom.
Salvation Run: surgida de los eventos de Countdown, su injerencia es prácticamente inexistente, ya que se concentra en los villanos del Universo DC, a los cuales Morrison tocó parcialmente.
DC Universe: Last Will and Testament: inicialmente promocionada como edición especial de Final Crisis, fue de última hora excluida de la lista. Su contenido tiene poco que ver con el crossover.
Final Crisis: Legion of 3 Worlds #1-5: tangencialmente referenciada en unas páginas en Final Crisis #6.
Final Crisis: Resist: innecesario puesto que Morrison incluye segmentos similares en el tomo #5.
Final Crisis: Revelations #1-5: su importancia en el crossover es nula y más bien surge de ideas vertidas en Final Crisis #3. Morrison incluso tuvo que incluir a calzador y en un diminuto rincón a dos de sus personajes importantes (los seres cósmicos de nombre “Spectre” y “Radiant”) en Final Crisis #7, solamente para dejarlos fuera de la jugada en una escena posterior.
Final Crisis: Rogues’ Revenge #1-3: completamente tangencial a la serie.
Final Crisis: Secret Files (publicado siete meses después de Final Crisis #1): lo único rescatable para una edición como esta es la portada hecha por el ilustrador Frank Quitely (recuadro, derecha). Este es otro comic que surge para tapar huecos en la trama. Aparentemente, Morrison no tenía intención alguna de revelar la identidad de uno de los protagonistas de su historia: Libra, un villano rescatado de hemeroteca y el cual tuvo una única aparición 34 años atrás, en el comic de Justice League of America #111 en 1974. En un dejo de nostalgia y conveniencia, Morrison emplea a Libra como el profeta del malévolo dios Darkseid—creado por Jack Kirby, siendo uno de los supervillanos premier en DC y que en Final Crisis se vuelve el antagonista principal de la historia. Su desaparición en la conciencia del lector colocó a Libra como un candidato ideal para ser usado en este comic, siendo así un emisario con una agenda secreta.
La verdad detrás de esta incógnita al parecer no era relevante para Morrison (a pesar de haber declarado justo lo contrario en entrevistas). Libra había cumplido su propósito en la historia como el reclutador de villanos al servicio de su oscuro maestro. DC le asigna a Len Wein—el creador original del personaje—escribir una historia que satisfaga a la curiosidad del aficionado, creando de esta manera un origen para él.
Wein ofrece diversos nexos entre su desaparición y su naufragio en el cosmos hasta llegar al planeta Apokolips, la decadente orbe regida por Darkseid. Wein emplea recursos narrativos tradicionales para dramatizar a una infancia infeliz seguida de una carrera científica que es arrastrada hacia la actividad criminal, un aspecto muy característico de los villanos de la Época de Oro y Plata de los comics de superhéroes, entre los 40s y 60s.
Nos hubiéramos quedado mejor con la duda… y por eso mejor me llevo las palabras del propio Morrison:
“…YOU DON’T NEED TO KNOW ANYTHING ABOUT THEM. BECAUSE THE MORE YOU KNOW ABOUT THESE GUYS, THE LAMER THEY BECOME. I’D RATHER HAVE PEOPLE PICK UP THE BOOK AND SEE LIBRA FOR THE FIRST TIME DONE THE WAY I WANT TO SEE HIM DONE AND THE SAME GOES FOR THE HUMAN FLAME CHARACTER.”
Y qué decir de “Human Flame”, otra elección off-beat para el autor dentro de esta obra. Llendo mucho más atrás (Detective Comics #274 de 1959, ni más ni menos), vemos rescatado a otro personaje de nivel 2 (o 3, o 4, quizás menos) y al cual se le da un spotlight quizás inmerecido, pero que puso a los fans de cabeza, y con expectativas que nunca que cumplieron. A pesar de no hacer nada interesante con él, estaba claro que Final Crisis operaba bajo sus propias reglas, y miembros del reparto de apoyo hacían funcionar (aunque de forma cuestionable) la ilusión de estar leyendo un relato que hizo uso de “todo” el catálogo de DC Comics, bajo una tónica que fue impredecible y arriesgada.
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EL ARTE
Desafortunadamente para este comic, el arte secuencial mostrado en sus páginas abarca calificativos en diversos matices que le afectaron sobremanera: sensacional, bueno, regular, mediocre, malo y muy malo, esto debido a que el ya mencionado ‘lead time’ para Morrison y Jones se terminó, por lo que Final Crisis comenzó a tener retrasos significativos en sus entregas. Desafortunadamente, el ‘chivo expiatorio’ resultó ser J.G. Jones (foto, der.), cuyo gran detalle en el arte le exigía destinar un largo tiempo en sus acabados.
Lo que la gente no supo en su momento, eran los delicados problemas de salud del artista, quien padeció un severo desorden sanguíneo de nombre polycythemia vera, que lo llevó a dejar el mundo de los comics durante un buen tiempo, ya que su enfermedad le impedía hacer esfuerzos físicos considerables.
Como resultado, Jones tuvo que ser acompañado por diversos artistas para terminar esta obra: Carlos Pacheco y Marco Rudy (en Final Crisis #4 al 6) y finalmente Doug Mahnke, quien toma el control en los tomos #6 y 7.
Lo único que logró saber el fandom en ese entonces fue una escueta declaración que decía lo siguiente:
“Cualquier problema para completar la serie es mío. Me encanta el arte de Doug Mahnke, y él probablemente habría sido una mejor opción para sacar esta serie en primer lugar.”
Lo que no comparto es que sea Jones el único culpable, y que no hubiese un esfuerzo de la editorial por aclarar la situación. Respeto el hecho de que Jones sea una persona la cual se sabe es muy reservada, humilde y que probablemente no haya deseado que sus problemas de salud salieran a la luz, pero ¿por qué mantener a Morrison escribiendo varios títulos a la vez? ¿Por qué acelerar la publicación de Final Crisis para ocupar un lugar en el calendario si evidentemente no iba a cumplir en tiempo y forma? ¿Por qué esa obsesión por saturar al mercado de evento tras evento tras evento?
Otra de las cosas a resaltar es el hecho de que, a título personal, ninguno de los artistas que entraron como relevo compartía un estilo que, tonalmente, acompañara sin problemas a las ilustraciones de J.G. Jones. Esto es evidente en el trabajo de Carlos Pacheco, quien en particular en el último lustro mostró una transición en su repertorio como ilustrador que fue de más a menos de manera considerable. Basta comparar a Final Crisis con “Avengers Forever” (de 1998-99), que para mí es el mejor trabajo de su carrera. La diferencia en calidad en sus trazos es ABISMAL, y esta degradación fue más profunda en los años subsecuentes en otros comics de su autoría, tales como Ultimate Comics: Avengers (2009-10) y en Age of Ultron (2013).
Y no se diga Lee Garbett, el cual acarreaba una serie de críticas al ilustrar de manera blanda y poco inspirada el comic de Batman (bajo la pluma de Morrison), presentando los mismos resultados en los tie-ins con Final Crisis (Batman #682-683). Lo mismo sucede con Matthew Clark en la edición especial de Final Crisis: Submit. En el caso de Marco Rudy quizás sea peor, ya que tradicionalmente ha cambiado su estilo una y otra vez para emular a los artistas Top de la industria – en este sentido, me recuerda mucho al maleable storytelling del brasileño Roger Cruz, adaptando su arte a las tendencias y ciclos dentro del mainstream desde la década de los 90s hasta nuestros días.
Es decir, nada del otro mundo, por lo que el esfuerzo artístico detrás de Final Crisis deja resultados contrastantes. Destacan sobremanera las atrayentes portadas, tomos completos y secciones ilustradas por J.G. Jones, así como también la mini saga de 2 capítulos de “Superman Beyond 3D”, ilustrada por el experimentado Doug Mahnke, cuyo vasto alcance gráfico es de lo mejor que ha engalanado a las publicaciones de DC Comics, y uno de los pocos artistas – sólo superado por Frank Quitely – quien logra plasmar sobre la página una de las interpretaciones más fieles a los conceptos surgidos de la mente de Grant Morrison.
Como siempre, cuando intervienen un sinnúmero de entintadores en un comic es de todos sabido que las cosas estarán mal. Sufriendo una notable inconsistencia en texturas y acabados en su último tomo, la serie decayó irremediablemente en su impacto, a pesar de que Morrison emplea en todo momento un efectivo diálogo e intercambios épicos entre sus personajes, el cual es en verdad asombroso, pero cuyo propósito se diluye al no ser acompañado visualmente con el mismo nivel de excelencia.
Esto se pone de manifiesto en las últimas páginas del tomo #7, en las cuales el arte secuencial lució apresurado y con poca claridad para mostrar uno de los combates más importantes dentro de la historia, por lo que tuvieron que ser redibujadas por Doug Mahnke posteriormente para expander su detalle, otorgándoles así un mayor espacio y ritmo. Dichas páginas fueron publicadas en la lujosa edición conmemorativa de nombre ‘Absolute Final Crisis’, la cual reimprime en un solo volumen en pasta dura y en un atractivo estuche este evento.
Los rumores acerca del calendario errático de Final Crisis llegaron hasta oídos de la propia comunidad de creadores del comic, sentenciando al proyecto como un tren descarrilado. El ultra popular Brian Bendis, a manera de broma, comentó:
“Knowing what everyone in the industry knows about what’s going on with ‘his’ book behind the scenes… In 2012 when Final Crisis is done, we’ll see what’s what.”
Morrison, por otro lado, eligió ver el vaso medio lleno en todo momento:
“Prefiero ver este aparente revés como una oportunidad para mejorar a la historia. En ese tenor, la llegada de Doug (Mahnke) fue perfecta porque proveyó una transición necesaria debido a “Superman Beyond”. En retrospectiva, el cambio de un estilo fotorrealista de un J.G. Jones hacia una híper saturación de líneas al estilo George Pérez de Manhke refleja la forma en la que la historia creció de un nivel detectivesco y callejero para situarse sobre un salvaje y floreciente cosmos de multi-dimensiones, presencias divinas y narrativas en ángulos extraños. Carlos (Pacheco) fue mi primera opción para respaldar a J.G. cuando se conjuró un plan de contingencia para Final Crisis, y no podía estar más complacido. Carlos ha estado dentro de mi lista de artistas con los que he querido trabajar desde siempre. Aún y cuando su estilo no es similar al de J.G., posee el mismo enfoque clásico sobre la figura humana que le permite funcionar a su lado.
Siento que un evento como este necesitaba publicarse regularmente por el riesgo de perder momentum. Nadie hubiese querido leerlo cuando otros comics mostraban a un mundo post-Final Crisis, por lo que se tomó la decisión de sacar el comic a tiempo.”
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EL DESDÉN
Con el transcurso de cada capítulo, Final Crisis representó un desafío verdaderamente importante para el lector. Las intenciones de Morrison, como se explicó en párrafos anteriores, era presentar un relato radical, contrario a lo ofrecido por el mercado en ese momento, y vaya que cumplió con esta promesa.
Esta saga pasa de lo micro a lo macro en fracciones de segundo, a la vuelta de cada página y de una viñeta a otra, a medida que llega a un crescendo sensacional. El comic atraviesa umbrales que se despiden de lo terrenal y expresivo hasta llegar a escenarios de índole cósmico y abstracto. De igual forma, se conjugan espectaculares y cruentas escenas de acción, un notable sentido de desesperación y calamidad para los protagonistas, así como también nos regala desplantes de personajes con gran arrojo y descaro, que se roban las cámaras a las primeras de cambio.
Tras perder el freno de mano, la historia toma un gran ritmo, con un grado de aceleración que amenaza con perder a su audiencia, la cual intenta – a veces de manera frustrante – seguir los pasos de cada subtrama.
Es una lástima que todo este cúmulo de problemas que hemos enumerado hayan dado al traste con la intención del autor. Sin temor a equivocarme, esta tercera Crisis ha sido una de las mejores publicaciones de DC Comics en toda su historia, pero que lamentablemente sufre el mismo destino que todas aquellas obras de culto, colocándose solamente en el gusto de unos cuantos, un comic de nicho cuyo appeal se reduce con el paso del tiempo y cuyo valor se va disipando a medida que sus errores son los que se mantienen en la memoria colectiva.
No solamente Final Crisis ha perdido su relevancia, sino que sus contribuciones al canon de DC Comics se han ido ignorando paulatinamente. Basta decir que desde 2008, absolutamente nadie ha imitado a su desafiante estructura, ni mucho menos emular a su impactante estilo para representar a estos superhéroes de una manera moderna y atrayente. Es importante señalar que el mainstream comiquero fue modificando su conducta, desechando alternativas repletas de novedad por otras de corte tradicionalista, regresando a una zona de confort donde el fanboy vuelve a disfrutar de relatos genéricos del Bien vs. el Mal.
Tampoco ayudó que Marvel Comics publicaba de manera concurrente el mega-evento titulado Secret Invasion, el cual se consolidaba como un esfuerzo más accesible para el público, acaparando su atención para lograr un liderazgo absoluto de ventas en ese período.
Si hablamos de algún comic que pudiese ser un sucesor espiritual, ese podría ser indudablemente “The Multiversity”, miniserie de 9 tomos y escrita por el propio Morrison en el ciclo 2014-2015. Sin embargo, es importante decir que esta publicación apuesta por una historia lineal, en donde sus tangentes más significativas se dan en dosis exactas y claramente reiteran conceptos ya conocidos para quienes leímos no solamente Final Crisis, sino toda la obra de Morrison en general. A pesar de ello, es poseedora de un argumento de gran presencia y es beneficiado en esta ocasión por una labor artística de mejor manufactura y consistencia.
El proverbial clavo en el ataúd para este comic fue en definitiva la decisión por parte de la editorial de buscar OTRO evento de gran alcance para reescribir (de nueva cuenta) a su línea de tiempo, una vez que Final Crisis no cumplió con esa expectativa. Sin ser un relato de gran calidad, ni mucho menos un éxito ante la crítica especializada, “Flashpoint” (por Geoff Johns y con arte de Andy Kubert) le abre las puertas a DC para volver a empezar desde cero todo su programa de publicaciones, relanzando con nuevas series a sus franquicias insignia y dejar atrás un bagaje que, a juicio de muchos, le ha impedido explotar el potencial de su propiedad intelectual en otros ámbitos multimedia.
De esta manera, y balanceándose entre momentos introspectivos y provocativos, con gran pesimismo, desesperanza y fascinación, Final Crisis deja sobre la mesa un amplio sentido de ingenio e instantes selectos repletos de explicaciones fantásticas, vistas espectaculares, diálogos rimbombantes, y momentos de gran subjetividad. Aún y cuando los sinsabores fueron muchos, el comic fue realmente temerario a medida que presentó una sucesión de diferentes eventos a gran velocidad, retando al consumidor a digerir todo este paquete de un solo bocado y sugiriéndole el usar a su imaginación e intelecto para rellenar los huecos entre escena y escena. El comprender a su atractivo subtexto fue un aspecto que tomó gran énfasis en el último tramo de la saga.
“Final Crisis is Grant Morrison’s Self-Portrait. Or possibly his ‘Fire Walk With Me’. Actually it works really well to look at ‘Batman R.I.P.’ as his ‘Apocalypse Now’, the imperfect capper to a period of unparalleled creative achievement.”
— Sean Witzke.
Sin temor a equivocarme fue todo un oddity de opiniones encontradas.