El ciclo 1999-2003 fue uno repleto de sucesos interesantes y puntos de quiebre en la industria del comic. Fue una época donde el discurso pesimista—que presagiaba incluso el “fin de los comics”, algo que al día de hoy es una retórica vacía—fue cambiando paulatinamente a uno de bonanza, y encabezada por el giro de tuerca que sufrió Marvel Comics con el tándem de Bill Jemas y Joe Quesada en el ámbito directivo, proponiendo cambios de paradigma para un mercado en ese momento estancado creativamente. DC Comics, en un intento por competir en el escalafón de ventas, adquiere a la pujante editorial Wildstorm y con ello se hace de un acervo literario de amplio potencial, destacando la línea de “America’s Best Comics” de Alan Moore, “Cliffhanger” con J. Scott Campbell (Danger Girl), Joe Madureira (Battle Chasers), Joe Kelly & Chris Bachalo (Steampunk) y Humberto Ramos (Crimson), y series de autor como “Wildcats” (en ese entonces con Joe Casey & Sean Phillips), “Planetary” y “The Authority” con Warren Ellis.
Antes de la resurrección de Image Comics, el Mercado Directo del comic comercial se vio inyectado de vida nueva con este levantón de Marvel y DC, que tradicionalmente su salud económica es sinónimo de subsistencia para todo este (fallido) sistema. Una vez sorteado el tema financiero, era tiempo de enfocarse en revitalizar el área creativa, algo que Marvel lo logró con creces a través de talento nuevo y surgido de la corriente independiente, además de guionistas de renombre en el ámbito televisivo.
El output dentro de Wildstorm gozó de buen feedback de la entonces naciente comunidad comiquera en Internet. Numerosos sitios web dedicados al seguimiento del Noveno Arte y su comercio electrónico daban buenas notas a cada edición publicada por esta editorial, por lo que para DC esto representó una alternativa fresca, cutting edge y capaz de darle pelea a Marvel en las listas de ventas mensuales.
“I just read Warren Ellis’ THE AUTHORITY, which, to me, takes JLA and superhero teams to the next level, so I’m glad I’m leaving (JLA), because he’s doing it much better.”
— Grant Morrison, en entrevista con Matt Brady; Mania magazine, www.mania.com, 2000.
Particularmente, el boom provocado por The Authority representó un movimiento telúrico dentro del género de superhéroes. Desde Marvelman de Alan Moore no se tenía a un comic que desafiara a las convenciones de lo clásico, creando un idioma propio altamente influyente. En 2018 el crítico Matt Séneca, con su siempre atinada mirada quirúrgica y sin compromisos sobre los comics, plasmó lo siguiente en una elocuente retrospectiva a esta obra:
“Si el X-Men de Claremont es el pináculo de lo superheróico pre-Watchmen, se puede levantar un caso de igual manera para Authority (tanto de Ellis como de Millar) como una marca de agua en una era post. Su gran atractivo fue tomar el cinismo de Alan Moore sobre cómo se leen los superhéroes y sin intentar igualar la pesadumbre y nihilismo de Watchmen. Al contrario, Ellis trajo a la narrativa decompresa a los comics de superhéroes y añadió una pizca de su tecnofilia, de su supuesto optimismo “duramente ganado”, sin explicar realmente lo duro que es realmente ganarlo. Ha envejecido pobremente, pero todavía se lee muy bien si no piensas en nada más de lo que tienes enfrente. Acto seguido, Millar empleó por primera vez su mitad de cinismo “2000AD” y su mitad de humor pop “South Park” que le han dado millones desde entonces. Ambas perspectivas se han convertido en molestos tics en los años desde que Authority escandalizó a los lectores de la revista Wizard, pero a pesar de todo se siente que ambos autores intentaron desarrollar puntos de vista en lugar de nadamás exhibirlos. Hay una expansión a los temas, los empuja, y los lleva al otro lado.
También es uno de los pocos comics de superhéroes del siglo XXI en los que el arte parece ser una principal preocupación. El enfoque de Hitch, como el de Ellis, ha envejecido terriblemente, pero si quieres comprender por qué el comic de género en nuestros días luce como ahora, este es el prototipo. La constante fotoreferencia es demasiada, pero en ese entonces el enfoque estándar para dibujar comics de superhéroes comerciales era encontrar la manera en la que iba a lucir tu versión caricaturesca de lo que intentabas dibujar viendo la versión en Google Images, y lo hizo sentir como si estuvieras en manos de un estilista particularmente magistral.
No fue sino hasta que todos los demás descubrieron que también podían hacerlo de esa manera que la falla en esta idea se hizo evidente: hizo que todos los dibujos se vieran exactamente iguales, tanto en composición como en ejecución. El compromiso de Hitch con los híper detallados fondos y (especialmente) el diestro color de Laura DePuy puso su versión de ctrl-shift-4 comics al menos en un lugar de privilegio sobre los demás.
Hitch y Ellis pueden reclamar legítimamente ser los Jack Kirby y Stan Lee del siglo XXI. No son tan buenos (duh), pero su plantilla para hacer superhéroes ha sido amplia y servilmente imitada. Violencia extrema que se pinta a sí misma como actos de esperanza, optimismo y “actualidad” que en realidad no se refieren a nada que exista en el mundo real, narrativamente hablando; falso arte blockbuster-en-CGI llenando las páginas. Si quieres culpar a algo por lo que ves en tu tienda de comics estos días, aquí lo tienes—aunque al menos puedes leer al Authority de Hitch/Ellis hasta el final y disfrutarlo si suspendes un poco tu sarcasmo, que es mucho más de lo que uno puede decir para la mayoría de sus descendientes.
Frank Quitely, justo como en cualquier otro comic en el que ha aparecido su trabajo, es la estrella máxima en este comic. Su obra post-Hitch en The Authority es una más distorsionada y grotesca, la imaginación vívida y sin descanso que empodera a sus páginas desemboca en un territorio más oscuro de lo que usualmente vemos. Sus famosas páginas censuradas de gore al extremo son probablemente lo que la gente más recuerda de este comic, pero en cada panel de estos bienhechores liberales vs. superhéroes militares-industriales lucen igualmente asquerosos y viscosos. Quitely se divirtió creando versiones alocadas de cada personaje de Marvel, incluyendo a H.E.R.B.I.E., y la historia es una test-run de humor negro y mala fe para el trabajo posterior de Millar en The Ultimates, que sigue siendo el motor de la franquicia de películas de los Vengadores al día de hoy. Es un poco loco que puedas dibujar una línea corta y recta desde cosas como esta hasta los comerciales más exitosos financieramente para el ejército de EE.UU. de todos los tiempos, sin dejar de quitarle la incomodidad a la experiencia de lectura (el “Capitán América” se desabrocha el cinturón para violar al tipo al que le destroza el cerebro justo después de esta secuencia, por cierto).
El subtexto político-autoritario del comic de Ellis se convierte en texto a pocas páginas de la llegada de Millar, con los héroes diciéndole con certeza a Bill Clinton que se joda o podrían matarlo si intenta darles órdenes. Es una escena con un poder genuino, incluso dos décadas después: “No puedo creer que hicieran esto en un comic de superhéroes” es casi siempre una opinión molesta para compartir. Pero molesta o no, aquí, al menos, esa reacción se la gana a pulso.”
The Authority se convirtió en un monolito, labrado en piedra. Un marco de referencia contra-cultural en un ámbito que detesta sobremanera lo distinto. Las aventuras de Jenny Sparks, Jack Hawksmoor, Swift, The Engineer, The Doctor, Apollo y Midnighter fueron desde ese momento un nuevo clásico, un trancazo comercial y de crítica que inauguraba un futuro promisorio, una válvula de escape al ostracismo sufrido por los comics mainstream en aquellos días: llenos de arte deficiente, imposiciones y bullying editorial e intrigas conspiratorias que se reciclan cada 6 tomos.
Pero a pesar de todo esto, esta historia no tuvo un final feliz. Numerosos factores llevaron al cadalso a lo que fue una de las series definitivas dentro de la industria.
Lo que a continuación vamos a relatar es la historia del sucesor perfecto para una historia sin igual en los comics. De cómo dejó huella y las consecuencias que desató en una línea editorial ultraconservadora y su fulminante reacción; de las amistades que deshizo y los rumores rampantes que provocó; de los proyectos y editores que se cargó y el punto final para una publicadora que jamás volvió a ser la misma.
Hablamos de la controversial saga de Mark Millar y Frank Quitely en The Authority.
Read on.
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UNA AUTORIDAD SUPERIOR
“The Authority was a book about seven radical thinkers who wanted to change the world from their lofty, autonomous position of authority. In terms of tonality, the Authority is different because it was more about the big idea and the kick-ass moment.”
— Mark Millar.
La posición de The Authority en la historia moderna del comic es indiscutible, a pesar de categorizaciones y ser un producto que antecede a los formalismos post-9/11. En dicho sentido esta obra, junto a Action Comics #775 (marzo 2001) son textos indispensables y la última palabra en el tema. A título personal, me decanto mucho (mucho) más por la contribución de Mark Millar por sobre la de Warren Ellis, sintiéndose más propositivo, atrevido y con una energía tanto de él como de Frank Quitely por hacer el mejor trabajo de sus vidas, y que como esfuerzo “modelo” fue superado con creces en los años siguientes—basta con ver obras como NEMESIS (2010) y JUPITER’S LEGACY (2013). El “optimismo cínico” e ironía de Ellis siendo eclipsado por completo por una narrativa que evolucionó para ser impredecible, divertida, provocativa, estridente, de amplios recursos, con gran porte, personalidad y sexyness, y que se cuestiona sobre la tónica narrativa del superhero comic y lo encuentra marginalizado, en pobreza extrema y necesitado de una intervención.
“Mark Millar and Frank Quitely will be the new team on THE AUTHORITY when Bryan & I depart with #12. This is the best possible replacement team. I expect them to excel us.”
—“From The Desk Of Warren Ellis”, 1 de septiembre de 1999.
Lo que logra este par no tiene parangón, y posiciona al comic de superhéroes en la recta final, en el “tercer acto” si me permiten, metiéndose de lleno en la Incertidumbre Geopolítica entre los países dominantes en el mundo real, la Guerra Contra el Terror antes de que fuera el tema de conversación y en los Cautionary Tales respecto a los intereses desbocados del Complejo Militar-Industrial y los Emporios Mediáticos—con mayúsculas, sí señor.
Basta con tomar las siguientes palabras del artista original de la obra, Bryan Hitch, para darnos una idea del camino por recorrer para Millar y Quitely:
“When Warren and I first came up with the idea of the Authority the three stories were worked out as just one line pitches: The Authority overthrow a tyrant armed with thousands of Supermen, The Authority repel an invasion from an alternate earth and The Authority Kill God.”
Pudo haber sido un callejón sin salida, ¿no es así? Creativamente, en manos menos diestras el comic hubiese sido una reiteración de estos temas y amenazas para universos de ficción más allá del nuestro, pero con Millar al mando vimos el desarrollo de un talento fuera de serie, que lejos de replicar el éxito se preguntó cuál es el siguiente paso, qué hacer para que la última palabra en el género de superhéroes lo siga siendo: relevante, polémico y atractivo a la vista. Si Dios está muerto, ¿la humanidad está libre?
Era una cuestión no solamente lógica, sino que representaba un rumbo inexplorado y algo que valdría la pena descubrir más allá de los típicos lip services que siempre se quedaban cortos.
“I read Mark Millar’s AUTHORITY #13 script today. I confidently expect that you won’t remember I even had anything to do with this book in a year’s time. This script is an absolute riot. It is not what you expect, and yet it easily captures all the AUTHORITY themes, has strong resonances with STORMWATCH, and is also bloody funny. I can’t wait to see what Frank Quitely does with it.”
— “From The Desk Of Warren Ellis”, 12 de octubre de 1999.
Lo clásico demanda patear el juguetero con la certeza de que al final las cosas volverán a su sitio. Para The Authority era la cuestión de salir de esta actitud paternalista que implica la destrucción y su subsecuente reconstrucción, un proteccionismo de la raza humana para no sacudir a su zona de confort. Las palmaditas en el trasero fueron reemplazadas por cuestionamientos serios a los líderes del mundo si sus intenciones son las mejores para el prójimo. De esta manera, el terreno narrativo seguía siendo fértil.
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COATBRIDGE ON FIRE
Es importante decir que nada nos prepara para un talento como lo fue Mark Millar en el año 2000. El oriundo de Coatbridge, Escocia definía su entonces humilde trajinar en los comics de la siguiente manera: “puedo separar mi carrera en un Antes de Authority y Después de Authority, pero fui muy feliz con muchas de las cosas que hice. Swamp Thing funcionó, con algunas narrativas muy buenas. Superman Adventures fue casi todo lo que quise que fuera. Además de eso, fue poco lo realmente excepcional, aún y cuando me gustó un tomo que escribí para JLA, Wonder Woman y Legends of the Dark Knight con Steve Yeowell. Uno de mis favoritos en el pasado distante fue una serie en 2000AD coescrita con Grant Morrison y con el brillante Steve Parkhouse, de nombre Big Dave. Espectacularmente ofensivo, completamente anti-gay, anti-inmigración y anti-todo y como quiera califica entre lo mejor que hemos hecho. Si buscas los tomos atrasados tus 40 centavos lo valen completamente. […] Tomar a The Authority ayudó a redescubrir mi radicalismo. Disfruté mucho mi tiempo escribiendo superhéroes mainstream tras Swamp Thing, pero mis orígenes en los comics son un poco más peligrosos. Todo mi trabajo previo involucró fastidiar a bebés, calcinar a párrocos, etc., etc., etc., por lo que fue liberador tomar a una serie donde pueda escribir a superhéroes para los fans esencialmente de PREACHER. […] Todo lo que intento hacer es escribir comics de superhéroes para la generación South Park, la versión del siglo XXI de las cosas que tu papá leería. Ser conocido como un shock-meister o lo que sea no me molesta para nada y no impacta a mi reputación. Lo hago intencionalmente porque es lo que me interesa como lector. Las cosas que me interesan son las que encuentro visualmente y dramáticamente emocionantes, y lo mismo pasa con el diálogo. Pienso que los comics son la última frontera, el último lugar donde puedes escapar con el asesinato; puedes hacer cosas de las que nunca te saldrías con la tuya en las películas.”
La analogía con el controversial comic de PREACHER (Garth Ennis & Steve Dillion, 1995-2000) no podría ser mejor dado que involucra a personajes a la deriva cuyos poderes y amplios recursos los conducen a un vision quest, a una carrera maratónica para encontrar a su propósito en el mundo en medio de instituciones corruptas que quieren aprovecharse de los demás, orillándolos a tomar decisiones cruciales y a ejecutar desplantes de ultraviolencia.
De esta manera, la agenda era clara para Millar, hacer de The Authority un objeto must-have, ground-breaking y congruente tanto con la misión original del comic y su propia visión autoral: “se sintió en su momento como una cruzada. Los superhéroes se habían vuelto inútiles por mucho tiempo. Hagámoslos significativos nuevamente. Esto fue un golpe para los superhéroes en DC y Marvel. ¿Por qué siempre pelear por el status quo? A veces me gustaría leer lo que alguien como Lex Luthor haría con el mundo, ¿sabes? Era un niño cuando leía a Alan Moore en Marvelman y Captain Britain. Encontré a Watchmen a los 18 años y me trajo de nuevo a los comics. Crecí leyendo historias adultas de superhéroes. Eso es lo que me gusta. Me encantaron las cosas retro a finales de los 90 porque era apropiado para la época, pero Marvelman es mi comic favorito de todos los tiempos. Ese es el punto de vista que me gusta de los superhéroes.”
Con fecha de salida de marzo del año 2000, el tomo #13 de The Authority inaugura a una atractiva etapa en el comic mainstream que poco a poco fue adquiriendo un amplio escrutinio y una acalorada discusión del estado de la industria, repleta de un conservadurismo de tintes irónicos, dantescos y maquiavélicos.
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THE NATIVITY
“DC at the time were publishing maybe 100 books a month and I think they didn’t realise they had a book where a guy who looked like Batman was kissing a guy who looked like Superman and it was only when it was appearing in the Jerusalem Post that they were like “Aw shit!”
— Mark Millar.
Hands down, la historia publicada en The Authority #13-16 (marzo-julio de 2000) y bajo el título de “The Nativity”, fue el testamento definitivo de este comic ante el mundo comiquero, siendo una saga sumamente envolvente y que despertó toda una serie de comentarios, elogios y críticas en su tratamiento al género de superhéroes y cómo deberían ser publicados. Una bofetada con guante blanco al modelo narrativo, a la tradición, a la moral y las buenas costumbres, a la prensa especializada de la época y al punto de vista que la gente de a pie tiene de los comics como entretenimiento inofensivo e infantil.
“Why do super-people never go after the REAL bastards?”
En pocas palabras, es The Authority contra Jack Kirby. Contra Marvel. Contra DC. Contra Bill Clinton. Contra América. Contra los oligarcas sin escrúpulos, los dictadores y los mercaderes de la muerte. Contra un mundo que mira al otro lado mientras gente inocente muere en los cinturones de miseria. Es la creación de un idioma gráfico con la “juxtaposición de imágenes detalladas y violentas de trazos absurdos, casi de la Era de Plata para efectos dramáticos” en palabras del autor. Un comic en estado de fuga perfecto, de mano pesada e impacto profundo, completamente correcto siendo políticamente incorrecto.
La audiencia se volcaba a los pies de un equipo creativo en sintonía y encendido. Matt Fraction, en ese entonces fan y editor de la página web SAVANT, y muchísimo antes de convertirse en MATT FRACTION, autor de comics y ganador del Eisner, nos mostraba su peculiar entusiasmo con este título, y que nos telegrafía su característica e inusual frescura en el manejo del lenguaje rimbombante e imaginativo:
“Authority is the only superhero book that matters. Millar crafts hero adrenaline and widescreen action so fierce that it makes you feel bad for other books. His knack for characters is dead-on and, unlike other writers who all too often fall into the I’m-Writing-Character-Dialogue-Dialogue School of Writing, Millar just does it, and makes it all look effortless.
And don’t even get me started on Quietly—his art is maximist detail porn for OCD-types. When he dies, I’m going to sever his hand and pickle it with bear semen. Don’t really know why, just seems like the right thing to do.
This is capes and cowls for the next century, the Unforgiven of superhero work: the last definitive statement of the genre so clearly realized and executed that everything else pales in its wake. It gets no bigger; it gets no louder than Authority.”
En una cándida entrevista con Warren Ellis para Comic Book Resources, Mark Millar nos hablaba de optimismo y éxito: “Los comics en sí están, como un todo, mucho mejor que en otros años. Lo que pasa es que no están en boga. Se ocupa encontrar a estrellas que puedan emocionar a la gente con ellos.”
Definitivamente tanto él como Quitely lograron este objetivo, aprovechando una gran oportunidad de ser los sucesores de Ellis y Hitch. Ante la pregunta de qué es lo que constituye al comic perfecto, Millar respondió lo siguiente: “Un buen escritor, un buen artista y la confianza de un editor en ellos y consigo mismo para hacerse a un costado y dejarlos brillar. Así de simple.”
Tampoco el entorno a su alrededor mostraba síntomas de fractura: “Esto es lo que disfruto al estar en Wildstorm. Me dejan trabajar con la gente que quiero y se quitan de mi camino. Para bien o para mal, no imagino tener a un comic como THE AUTHORITY en otro lado.”
“Two whores, a junkie, a couple of sissies, and a moron who can’t even tie his own shoelaces wants to tell the rest of the world how they should be living their lives? It’d be funny if it wasn’t so goddamned tragic.”
Lejos estábamos de imaginar que este idilio poco a poco fue deteriorándose hasta volverse intolerable. La batalla entre La Autoridad con facsímiles de DC y Marvel pasó de las páginas a cuatro colores a las oficinas editoriales en el mundo real. En particular, todo comienza desde mismo tomo #13 y 14, cuando el equipo creativo no se guardó nada y estiró a la narrativa hasta el límite de lo permitido, para beneplácito de los lectores y críticos pero que levantó las alarmas en la alta gerencia.
“You are in no position to define our jurisdiction Mr. President.”
A pesar del ultra-detallado arte secuencial de Quitely—basta ver su versión de la nave Carrier que transporta a este súper equipo—en donde notamos cada arruga, cada costura, cada poro, superficie y textura posible—fue suficiente para condonar a la incisiva crítica social que Millar disparaba a mansalva, in-your-face, contra la indiferencia de hacer de este género un escenario de discusión profunda sobre los males que adolecen en la sociedad, y desechar escenarios de narrativa blanda y que juegan a la segura:
“En lo que a mí respecta, teníamos que crear material que nadie hubiera hecho antes. Abrimos nuevos caminos y eso no sucede muy a menudo. Realmente me agradó ver cuánto ha influido en otros libros. A veces me sorprende la cantidad de veces que incluso su particular festival de sexo y drogas al final del #13 se ha repetido en otros comics de Wildstorm.
Vince (Deighan, nombre real de Quitely) y yo no usamos ni una sola imagen violenta o una maldición que no hubiese aparecido en los 12 tomos anteriores. Fuimos muy, muy meticulosos al respecto porque queríamos evitar problemas de censura para un comic tan radical como éste. ¿Quieres ver cabezas volar? Vea Authority #2. ¿Quiere escuchar sobre violencia sexual a escala continental? Vea la segunda historia de Warren y Bryan y los campos de violación en China. Material grandioso y parte de lo que me hizo sentir que estaba leyendo algo diferente a los comics de Marvel y DC.
La matanza de bebés ocurrió fuera de pánel y de la misma manera en que niños fueron asesinados o comidos por Sliding Albion (Authority #5-8). Los 12 tomos originales tenían una ventaja que la Liga de la Justicia o los Vengadores nunca podrían tener, y esto fue lo que nos atrajo en primer lugar.”
La agenda proactiva de The Authority manejaba además contrastes muy interesantes, en donde el súper estrellato, los excesos de la fama, el lenguaje soez, la franqueza sexual, la doble moral, el desprecio, la arrogancia y la hipocresía salían a relucir en instantes selectos, delatando ambigüedades y tonos de gris con merecido énfasis.
“Think about it. What does the Spirit of the Twentieth Century become at the stroke of midnight on New Year’s Eve, 1999?”
Jenny Quantum, sucesora espiritual de Jennifer Sparks, es presa de una persecución de los altos mandos que rigen a este mundo incierto. Su poder, descomunal. Su paradero, desconocido hasta al momento en que Authority emprende su búsqueda. Es así como Millar abre la puerta a una pléyade de ideas disparatadas en la forma de Jacob Krigstein, un prodigio y activo de gran valor para la contra-inteligencia norteamericana, capaz de concebir a Personas de Destrucción Masiva con el poder suficiente para obliterar a naciones enteras y desarticular a gobiernos que no se alineen a los designios del Tío Sam y Mickey Mouse.
“Any last words before we tear out your goddamn intestines?”
The Commander, Storm-God, Atlas, Hornet, Tank Man, Titan, Street Panther, Jackflash, Cheeta, Samson, Huntsman and Disco, Phantasm. The Authority vs. “The Avengers”. To the death. Ausentes de todo péndulo moral y capaces de depravaciones, actos de maldad y violencia sexual absoluta. Too much on-the-nose. Too much perfection. Quitely, su preciso entintador Trevor Scott y los tonos enmudecidos del colorista David Baron golpearon fuerte. Un equipo creativo en esteroides entregando un trabajo por el que serán recordados siempre.
“…like all the best drama and horror, I want the reader to use his or her imagination and make up their own mind. What intrigues me about this is that we saw the Commander (again off-camera) rape two nurses last issue and Tank Man burn a maternity ward full of sleeping babies.”
— Millar.
A decir de Millar, el hecho de tomarse licencia creativa y hacer de Bill Clinton un antagonista directo de La Autoridad causó problemas a las primeras de cambio. Una queja de un detallista en las oficinas de DC puso en alerta las cosas. Los instantes subidos de tono en el #13 sufrirían la censura en el tomo siguiente.
“Yes, that was Wonder Man whom Midnighter skull-split on what has to be one of the two best pages of the issue and yes, the red effect was a request by DC to tone down Frank’s anatomically perfect head-split. Obviously, we were really annoyed.”
— Millar.
El tomo #15 siguió la misma fórmula de Ellis para explicar el plot y sus minucias a través de grandes bloques de información, y Quitely no decepciona en absoluto para hacer brillar el diálogo expositorio que Millar arroja a sus lectores. Jacob Krigstein, en clara alusión a Jack Kirby, el Rey de los Comics, ve en The Authority a un grupo que rivaliza contra sus sueños de “Orden Mundial”. Moldear a su imagen al siglo XXI lo lleva a un combate definitivo, lanzando a todo su arsenal superhumano sobre las capitales del mundo: adolescentes radioactivos, escaladores de paredes, familias fantásticas, etc. El catálogo de Marvel Comics se transfigura al servicio de una narrativa espectacular y sin freno de mano. Autoconsciente. Audaz. Brutal. La conclusión de este relato aumenta los decibeles, los nombres propios, los improperios y la ultraviolencia.
“You can’t kill a man for trying to save the human race from Nutrasweet, Pokemon and Governor George W. Bush.”
El nivel de descaro y sentido de asombro, la actitud desinhibida de sus protagonistas, siempre con el mejor recurso a su disposición y la alternativa de una solución lejana a los golpes (pero teniendo siempre un puño cerrado, por si acaso), hizo al Authority de Millar y Quitely todo un placer culpable, una lectura divertidísima y sumamente memorable.
Cabe señalar que, durante este mismo lapso, Millar se encargó de escribir también una miniserie de nombre “Jenny Sparks: The Secret History of The Authority”, publicada en 5 tomos y en donde la epónima líder de La Autoridad conoció por vez primera a sus compañeros de armas, y de cómo su papel como “El Espíritu del Siglo XX” inspiró a figuras históricas a cumplir su destino como agentes de cambio—para bien y para mal—a lo largo de dicho centenario. Ilustrada por John McCrea (Judge Dredd, The Demon, Hitman), este comic estuvo repleto de una tónica narrativa ácida, irónica, con lenguaje altisonante, promiscuidad y sutil lesbianismo, además de la característica explosividad e ideas locas y hermosas de The Authority con ilustraciones de estilo caricaturesco.
Sin embargo, el daño estaba hecho: cada frase, cada trazo en las páginas del Authority de Millar sería puesto bajo el microscopio y la mirada inquisidora de DC Comics. Los días de este comic estaban contados.
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CONSECUENCIAS
“A medida que recibimos más atención, particularmente de la prensa mainstream, DC y Paul Levitz en particular se pusieron realmente nerviosos al respecto.”
— Frank Quitely.
Paul Levitz. Hablar de su persona es nombrar a uno de los escritores y ejecutivos más importantes en la vida editorial de DC Comics. De la misma forma que un Jim Shooter una década atrás, en su primera veintena de años se volvió parte del grupo de autores dentro de la compañía y disfrutó de un éxito inusitado con el título de la Legión de Súper-Héroes, creando un acervo que al día de hoy sigue siendo definitivo y con alta estima. En ese entonces el plan de carrera dentro de la publicadora era muy claro: si eras escritor probablemente darías el salto a Asistente de Editor, luego a Editor y finalmente Editor de Línea. Para el año 2000, Levitz ascendió hasta el puesto de Vicepresidente Ejecutivo, solo por debajo de la entonces mandamás Jenette Kahn.
La enemistad entre este veterano de la industria y Mark Millar se cuenta de un solo lado, dada su renuencia a hablar al respecto de este ciclo sinuoso en la vida que The Authority tuvo bajo la línea de comics de Wildstorm. Tratar de entender este conflicto nos lleva a analizarlo desde ambas aristas. Cuando Levitz se vuelve editor, la presidenta Jenette Kahn ya tenía entre manos una revolución creativa para cambiar la manera de operar de DC Comics. Ella, a sus 34 años, contó con una visión progresista, logrando un programa de regalías para una mejor remuneración de su fuerza laboral. La savia nueva daba resultados, siendo que en esos años DC produce obras que al día de hoy son monolitos de gran éxito comercial, tales como The Dark Knight Returns y Watchmen. En un momento cumbre, la llegada de Karen Berger y la formación de la editorial Vertigo supuso una ventana abierta a una pléyade de obras de autor que aumentaron el perfil de la compañía.
Lo único que se puede inferir, era que DC había llegado a su cénit, y a partir de ahí surgen una serie de patrones muy comunes en el ámbito empresarial: los compromisos a nivel ejecutivo aumentan, las relaciones con los grupos de inversionistas se vuelven cruciales para autorizar presupuestos, la misión y visión del negocio se tiene que volver integral, y debe ser compartida a nivel piramidal de arriba hacia abajo. Pero por sobre todas las cosas se crea una renuencia al cambio.
El hecho de pertenecer a Warner Bros. y posteriormente a Time y America On Line (AOL), hacen de esta casa editora un brazo al servicio de intereses comerciales diversos, y en la industria del entretenimiento se vuelve muy importante una sinergia para mantener una serie de ganancias en un nivel importante y sostenido. Me queda claro que un ejecutivo—llámese Paul Levitz o quien sea—tiene como preocupación máxima el cuidar los intereses comunes.
“[…] central to my approach as a publisher… was that editors should bring their own tastes to their lines. My job was to help set the parameters within which they could work, reflecting our owners’ priorities, the marketplace, and overall company goals. Occasionally I disagreed with Karen (Berger), before or after the fact, but unless the concern hit the borders of the sandbox within which she was playing, she usually prevailed.”
— Paul Levitz.
En el caso de Millar, vemos los esfuerzos de un autor freelancer (importante decirlo) intentando hacer una carrera para él dentro de una publicadora mainstream. Authority representó un momento de quiebre en la industria, y se lanzó a la oportunidad de manera evidente. Lo triste del caso fue ver a dos visiones en la búsqueda del éxito de maneras distintas y sin poder llegar a un común acuerdo, a un término medio en donde las dos partes se dieran a la tarea de llegar al beneficio y compromiso mutuo.
Sí, pudiésemos decir que un Authority destilado, con menos franqueza visual y moviéndose en el terreno de lo ambiguo hubiera funcionado y triunfado de la misma manera que Ellis y Hitch, pero en su lugar tuvimos una falta de comunicación muy evidente entre la gerencia y la operación, donde el micromanagement tomó lugar por las razones equivocadas. ¿Lucha de egos? ¿Editores (y autores) en busca de reconocimiento en medio del caos? ¿Miedo al cambio, a la infamia o a la ira de grupos de poder? Quizás.
Todo esto desembocó en un maremoto que reemplazó el sentido común por cuentos de terror. Prácticamente se volvió una historia oral en donde cada parte dio su versión de los hechos. “Fue igualmente fantástico y frustrante al mismo tiempo”, declaró Millar, “frustrante porque los poderes fácticos odiaban al comic y querían que nos fuéramos tras el segundo tomo, pero fue fantástico también porque nos salimos con la nuestra en el 90% de lo que queríamos hacer en los primeros nueve tomos. Nos dio muchos premios, nos consiguió el Libro del Año en la revista Wizard, la Mejor Escena del Año y, por supuesto, hizo que mi carrera fuera del tipo que escribía para el Top 500 al tipo Más Buscado para el Top 5. Sería idiota de mi parte decir que La Autoridad fue algo menos que lo mejor que me ha pasado. Es molesto, sí, que nunca pudiéramos terminar nuestra historia. Fue frustrante, seguro, tener a un comic encendido al que le pudiéramos aplicar incluso MÁS calor. Pero esto es un negocio. Simplemente estábamos haciendo el libro equivocado en la compañía equivocada y en el momento equivocado. Era la antítesis de lo que quería la oficina de Nueva York y lo respeto. Jim Lee y Scott Dunbier, y especialmente John Layman fueron a pelear por nosotros muchas, muchas veces y siempre lo agradeceré. Entiendo que The Authority fue el título de superhéroes que cruzó la línea que otros trazaron. Esto no era lo que DC quería. Querían el éxito, sí. Querían las ventas, sí. Pero su visión siempre fue más un estilo de “JLA extrema” en lo que a mí respecta y eso no me interesó ni un ápice”, sentenció.
John Layman inició su carrera en los comics como editor dentro de Wildstorm, y sus recuerdos en el título no fueron nada gratos. No fue hasta 2009 que su vida cambió para bien siendo el creador del comic CHEW, que pasó de ser un sleeper hit a una franquicia multimedia de buen cartel:
“All these issues were in the pipeline including this issue where they go in and they’re going to kill some dictator in some little country no one’s ever heard of. Turns out that was a real person, and that was a real country, we’re just dumb Americans. We didn’t know that. Somebody up the DC chain figured it out and flipped out. And now, these scripts had all been approved and art was in motion. Everything was approved, but in this game of musical chairs, I was sitting in the chair when DC suddenly noticed this book, and all the shit fell on me, and they’re like, “Well, how could you let this happen?”
Paul Levitz hated it, everybody on Earth loved it, and I was stuck in the middle, trying to keep DC happy, trying to keep Mark Millar happy, and trying to make the best book possible. It didn’t exactly do me any favors with long-term career prospects at DC. You’ll notice in 10 years of freelance, it’s one company that has never touched me, so I probably shouldn’t have been surprised when doors were shutting in my face as I was pitching ‘Chew’. I’d only be speculating, and lord knows there is enough of that already to be found on the Internet.”
Sin lugar a dudas una narrativa 100% disruptiva y fuera de la caja como la empleada por Millar era anatema a la uniformidad sobre la que navegaba DC Comics. Wildstorm y su catálogo de series eran una extensión más de su tónica editorial, lejos del acervo creator-owned para lectores adultos de un Vertigo, este último protegido por una burbuja al estar posicionado entre otros géneros literarios. El propio Millar abogó formalmente el colocarle un sello de “Lectores Maduros” al comic, sin éxito.
En las entrevistas vertidas en aquella época, era claro que la alta dirección no compartía la creencia de Millar de que operaba bajo la misma línea de contenido heredada por Warren Ellis y Bryan Hitch. Jim Lee, mandamás de Wildstorm comentó lo siguiente:
“A medida que el contenido de la Autoridad se hizo cada vez más ‘adulto’, y debido a que era un libro de Wildstorm para todas las edades (y siendo más permisivo aún que un título bajo DC), surgieron una serie de problemas en ese momento. ¿Estoy avergonzado por el trabajo que hicieron? No, absolutamente no. Me encantó lo que hicieron, y creo que dejaron su huella en el título y sin invalidar la carrera igualmente fantástica que Warren y Bryan tuvieron en el comic.
¿Pero fue incongruente a cómo comenzó el título? Sí. Creo que a medida que las historias se volvieron más sensacionalistas y, en algunos aspectos, brutales, creo que ya no se sentía como un libro con el que me sentiría cómodo entregándoselo a un niño de 14 años y decir, ‘oye, mira esto’.
Sí, hubo reuniones en las que se argumentaron apasionadamente muchos cambios a favor y en contra. A veces las cosas se ‘arreglaban’ simplemente haciendo pequeñas cosas como alterar tonos de color. Tratamos de incluir a Mark y a Frank en la mayoría de los casos, pero no en la medida en que les hubiera gustado, de eso estoy seguro. Pero ese tipo de toma y daca ocurre en casi todos los libros que publicamos; sin embargo, el 99% de las veces, cualquier problema que surge se resuelve de manera amigable o, como mínimo, profesional.”
La constante sátira de superhéroes en las páginas de “The Nativity” llamaron la atención de Levitz. En palabras del Director Creativo de DC, Richard Bruning—de amplia trayectoria en diseño de portadas para la compañía—el uso de una imitación de la Legión de Súper-Héroes causó incomodidad. El tratamiento a los personajes de Apollo y Midnighter—análogos de Superman y Batman, respectivamente y en una relación homosexual abierta—en un principio no causó escozor dado que se manejó de manera sutil bajo la pluma de Warren Ellis (el título incluso había sido nominado por la GLAAD, Gay and Lesbian Alliance Against Defamation), pero a medida que Millar hacía más franco y explícito a su romance (aunque respetuosamente y fuera de todo mal gusto y clichés, cabe señalar) puso en verdaderos aprietos a los editores y gerentes—en la miniserie de “Jenny Sparks”, un beso entre ambos personajes fue removido totalmente. En una época donde la apertura a la sexualidad empezaba a derribar taboos, su creciente popularidad y notoriedad en círculos de lectura más amplios hicieron del comic un blanco de grupos conservadores y religiosos:
“A gay superhero is a great idea—it will make a wonderful retort to the typical stereotype of the handbag-swinging poof. The heroes could provide teenagers coming to terms with their sexuality with a powerful image.”
— David Allison, vocero del grupo liberal Outrage!
“This sounds like an insidious attempt to present homosexual role models to adolescents. Adolescence is a challenging time, and this kind of activity is only likely to increase confusion and undermine basic Christian morality.”
— Arquidiócesis de Glasgow.
“Kids are streetwise from watching EastEnders. It’s important for comics to represent everyday life.”
— Duncan McAlpine, dueño de la tienda de comics Mighty World of Comicana, Londres.
Es importante hacer notar que durante el ciclo 1998-2000 se comenzó a ventilar por Internet las malas prácticas y vicios en la gerencia media de DC Comics. Columnistas como Rich Johnston en diversas plataformas online iniciaron una labor de divulgación que llegó a las pantallas de los cibernautas, dándose cuenta de múltiples maltratos a diversos editores asociados, artistas freelancers y guionistas, siendo todo un andamiaje sumamente complejo en el que los Editores de Línea se convirtieron en proverbiales señores feudales, deshaciendo relaciones profesionales, imponiendo cuotas de raza, discriminación sexual, y siendo carentes tanto de autocrítica, buen juicio y políticas de puertas abiertas, atrincherados en un juego de egos y cortando de tajo proyectos, propuestas de nuevas series e imponiendo una intervención editorial libre de todo cambio radical. Círculos viciosos que continúan hasta nuestros días en el mainstream. El reemplazo de la “vieja guardia”—ilustradores de gran talento, trayectoria y expertos en todas las facetas técnicas de la producción-en-casa de un comic—fue paulatino, dejando en su lugar a auténticos dictadores con juicios errados en cómo un comic de superhéroes se debía comportar dentro de un universo de ficción compartido. En este sentido, un veterano como Martin Pasko compartiría tiempo después a través de redes sociales un análisis muy acertado de ese ambiente rancio, así como las carencias de estos nuevos “profesionales” de la industria:
“Creo que el problema principal es, más bien, la redefinición del papel del editor, cuyo horror se lo atribuyo a Jenette Kahn, reduciendo al editor a un papel de pastor del talento en lugar de docente. Paul Levitz me explicó que, después de 1985 más o menos, había mucho más dinero siendo freelance que NINGÚN elemento de recién ingreso y con talento creativo quería SER editor. Sin atribuírselo a Paul, concluyo que es por eso que nos quedamos atrapados con todos estos payasos que no sabían qué coño estaban haciendo, promovidos a editores solo por fotocopiar en la máquina Xerox, con base en lo que estuviera de moda en sus listas de contactos. Yo, por otro lado, trabajé con editores que tenían TOTAL CREDIBILIDAD: personas como Marv Wolfman, Len Wein, Gerry Conway, Dennis O’Neil, Joe Orlando, Dick Giordano y muchos otros que habían recorrido el camino. Cuando ELLOS hablaban, me sentaba a escucharlos, y me rompía el lomo para complacerlos todo el tiempo y confiando en que, si la cagaba, podrían tomar sus lápices y ARREGLARLO ellos mismos.”
Por otro lado, el laureado ilustrador Alex Ross ofreció también su propia reflexión sobre este ambiente enrarecido dentro de DC que lo estanca en un loop de los “grandes hits”:
“DC has always been, and no matter who’s in charge, has always seemed to be this area of hesitation in getting concepts off of the ground. Think about how much they fought Neal Adams forty years ago about creating their first black superhero. They gave him a hard time about John Stewart in Green Lantern/Green Arrow. That was ridiculous! Marvel had already shown that they could sell a black superhero and no one would boycott the comics. There’s always been this hesitation in that company of ‘Well, we can’t let this happen,’ and always waiting for someone else to break that ground. On occasion, they’ll break the ground that Marvel’s not working on and people will go ‘Oh, my God, look at Watchmen!’ But more often, they’ll stand back and wait. It seems to be the ethic that is passed down, over the last seventy years, through whoever’s in charge.”
A razón de Millar, no entendía como un editor malo ganaba 150,000 dólares al año solo por estorbar el proceso creativo, a diferencia de uno bueno y de los que había solo garbanzos de a libra. La defensa a ultranza de un acervo literario con 15 años de antigüedad le indicaba que estos individuos solo estaban protegiendo a su legado, y como lector sentía que esa no era la dirección adecuada. No estaba dispuesto a aguantar a gente que estuviera en el error. Más allá de un problema personal se trataba de uno profesional, aunque lo entendía al ser un empleado externo que estaba mirando desde gayola—Levitz, en su defensa, puso balas al pecho para entregar a tiempo pagos pendientes al propio Millar, gesto que el autor escocés agradeció. A medida que defendían cierta línea impositiva, no era lo mejor seguir trabajando con ellos. Para él, los buenos escritores en ese momento producían comics aburridos, y los más interesantes eran aquellos fuera del canon oficial. Más que un parche, se requería una cirugía reconstructiva para cambiar la situación.
Era claro que estaba divirtiéndose, atrayendo buena crítica y ventas, y era una locura dejar de hacer las cosas que hacían de su comic todo un suceso. Su convicción era que amaba al género de superhéroes y a su optimismo, aunque tuviera que hacerlos pasar por un calvario lleno de drama para lograr un final feliz, conjugando imágenes impactantes con líneas graciosas. Lo dicho, sus personajes eran idealistas y de gran corazón a pesar de sus defectos. No cabía en su cabeza que, disponiendo de los recursos de empresas padre como en su momento fueron AOL y Warner, la gente de pantalón largo en DC no pudieran revitalizar a los comics, siendo temerosos de reprimendas y perder sus altísimos salarios.
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EARTH INFERNO
“There is a storm brewing.”
Publicado entre julio y noviembre de 2000, “Earth Inferno” se caracterizó por desplantes de violencia al extremo y estados de ánimo en efervescencia. Esta vez, Frank Quitely dio un paso al costado durante los primeros dos capítulos, siendo Chris Weston el responsable de las ilustraciones, y quien impregnó en ellas un absoluto dominio de la figura humana, con trazos hiperrealistas de gran plasticidad. El experimentado Garry Leach se encargó de dotar de gran peso y profundidad a sus líneas con tintas seguras y precisas. Siendo un cambio notable respecto a la narrativa anterior, no deja de sorprendernos cómo The Authority se convirtió en la casa preferida de la “invasión británica” de los comics. A título personal, Weston está en mi libro de artistas a seguir—su arte en The Filth con Grant Morrison es monumental, estremecedor y provocativo a la vez.
“Just give me something I can kick, damnit!”
Es a través de pequeñas dosis de caracterización que cada uno de los miembros del reparto es inmortalizado en este título. Millar amplifica la disonancia de personalidades en este grupo de bienhechores, cuya moral ambigua, poca paciencia y latente intolerancia se hace a un lado para encontrar puntos de común acuerdo ante amenazas globales. “Earth Inferno”, como su nombre lo indica, pone al planeta azul de cabeza con un sinfín de desastres naturales tales como tsunamis, terremotos y erupciones volcánicas, todos sin una conexión en particular. Misteriosamente, The Doctor es puesto fuera de combate—por culpa propia o sin razón aparente—dejando al grupo con una olla de presión que se magnifica cada vez que las autoridades mundiales les reclaman airadamente su política intervencionista para acabar con los conflictos geopolíticos (Chechenia en este caso), bélicos y de sanidad que aquejan a la Tierra.
“Pioneering heart surgeon becomes Earth’s Shaman in the decade of peace and love. Eighteen months later, that very same doctor murders three entire countries in alphabetical order and every super-human on the planet has to get together and stop him. Funny the stupid little things that stick in your head.”
El culpable de esta hecatombe resulta ser el antecesor del Doctor, cuya psicopatía lo volvió indigno de su título, siendo condenado a vivir el resto de sus días en una prisión a miles de realidades alternas de distancia. Este villano ha convencido al espíritu de la Tierra a reclamarle a la población humana todos sus excesos (en un discurso muy convincente en donde el autor toma aspectos de la etapa de Warren Ellis para fortalecer a sus argumentos). Millar amplifica los grados de extremismo en su narrativa a través de desplantes verbales y físicos más allá del decoro. El autor acierta al hacer de los tomos #19 y 20—esta vez ilustrados por Quitely—todo un espectáculo completamente desagradable, a medida que el Doctor renegado y The Authority se enfrascan en un duelo de voluntades, violencia sin reparo e injurias al por mayor.
“Has the 21st Century been evacuated yet, little Doctor?”
The Doctor, sufriendo un colapso nervioso, no sabe cómo resolver este predicamento, crispando los nervios de sus compañeros. La adicción a las drogas de este personaje pone al equipo en el ojo del huracán, siendo cuestionada su posición como agentes de cambio globales tanto por los medios de comunicación como por las fuerzas políticas en el orbe. Millar hace de “Earth Inferno” un ejercicio audaz de manipulación de su audiencia—The Authority vs. La Madre Naturaleza, ni más ni menos.
“I still can´t believe we’ve ended up in a position where we have to lease out super-powers to a certifiable lunatic.”
La alternativa de solución a este problema es uno realmente incómodo: durante una hora, el Doctor le cederá sus poderes a su rival, apostando la salvación de la Tierra si es derrotado. Así, el comic se convierte en una demostración de brillantez del tándem Millar-Quitely, cuya manifestación de creatividad para conjurar una auténtica masacre y escalada de escenarios de destrucción apocalípticos nos dejó boquiabiertos.
“I could EAT the bloody Sun, you imbecile!”
Una y otra vez los esfuerzos de los héroes por derrotar a su enemigo se vuelven inútiles, creando una atmósfera de desesperación palpable. El toque maestro se da en los instantes finales cuando aparece la válvula de escape más elegante jamás pensada: el Doctor renegado comienza a sentir el poder y la responsabilidad de ser el Shamán y Protector de la Tierra, por lo que sus psicosis y tendencias homicidas se transfiguran en compasión y afecto por la vida. Acto seguido, es fulminado inmediatamente por The Authority al filo de una hora. Brilliant.
Siendo el texto más provocativo, agresivo y subido de tono de toda su estancia en el título, Millar logra salirse con la suya en este arco argumental y a pesar recibir censura en imágenes y guión—infidelidades, la promiscuidad rampante entre los miembros de La Autoridad, los insultos al aire sobre personas, ciudades y celebridades, entre muchos otros.
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BRAVE NEW WORLD
“Nothing last forever.”
Los rumores de la época marcaban que el comic ya venía acarreando problemas. A pesar del detalle en el arte de Quitely, sus tiempos de producción no eran los más veloces, y por esta razón Chris Weston entró al quite en los tomos 17 y 18 (julio-agosto de 2000). El #19 se publicó en septiembre y el #20 dos meses después, noviembre. Era claro que el calendario de publicación tendría que ser ajustado para acomodarse a fechas de entrega más congruentes. Fue el 9 de octubre que el rumorista extraordinario Rich Johnston publicó en su columna “All the Rage” en Silver Bullet Comics que DC ya buscaba el reemplazo de ambos, ante la insistencia de Marvel Comics por llevárselos a sus filas, siendo Brian Azzarello el candidato más avanzado para ingresar como nuevo escritor.
El 11 de diciembre, Johnston publicó además que tanto Millar como Quitely se encontraban en búsqueda de una casa en el área de Los Angeles, y que apresuraban los trámites de su visado de trabajo en los Estados Unidos.
“As for me and Frank, regardless of what you hear we’re BOTH leaving at exactly the same time. I’m not saying The Authority die in #22, but as of #22 there’s a WHOLE NEW TEAM!”
Con fecha de diciembre de 2000, Authority #22 inauguraba un nuevo arco argumental. Con “Brave New World”, el equipo se vio emboscado por los poderes fácticos norteamericanos, quienes infiltran a un demoledor súper-humano para aniquilarlos. Acto seguido, una carnicería se suscita en el cuartel de La Autoridad, con un Quitely literalmente brutal, on fire.
“…warn Jack Hawksmoor that the seven richest countries in the world just sent a genetically-modified HILLBILLY t’get him…”
La devastadora pelea en el Carrier representa uno de los comics definitivos en la carrera de Quitely. El efecto que logra cuando el Carrier “siente” uno de sus reactores estallar no tiene desperdicio:
¿Soy yo o al Carrier le “dolió” el estallido?
ZOMG. The Authority IS dead. Y ahora un nuevo grupo ha sido colocado por América—o “slick willie” en clara alusión a Bill Clinton—para reemplazarlos. The plot thickens. Como un todo, dentro de los primeros dos años de vida de este comic el contenido fue paulatinamente incrementando su color, convirtiéndose en un trancazo y en una lectura obligada y memorable.
Sin embargo, en el año 2001 el título recibiría en definitiva el tiro de gracia.
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2001: A MOST VIOLENT YEAR
En el año 2001 las noticias y, sobre todo, la rumorología alrededor de la industria de los comics llegó para quedarse. Fue donde numerosos media outlets empezaron a surgir hasta que poco a poco y con el transcurso de los años fueron absorbidos y reducidos en algunos cuantos—y amansados, cabe decir—para convertirse en brazos promocionales de las grandes editoriales. Lo que pasó con The Authority entre 2001 y 2002 alcanza para hacer un libro. Con el fin de sortear todas las versiones y reportes existentes, ofrecemos una cronología de los hechos que se fueron dando a lo largo de ese controversial ciclo.
Con series tales como The Monarchy (por Doselle Young y John McCrea, cuyo debut se dio en The Authority #21) y The Establishment (por Ian Edginton y Charlie Adlard), Wildstorm comenzó a probar al mercado y expandir el universo de ficción alrededor de la franquicia, aunque sin éxito tras ser canceladas en el lapso de un año, ambas carentes del sentido de asombro y riesgo propios de la saga de Ellis y Millar. Quedaba claro que los elementos controversiales que proponían ambos autores eran la clave que le daban el ‘oomph’ y el ‘edge’ requeridos para subsistir en el escalafón de ventas.
Es importante decir que los eventos que llevaron a la cancelación definitiva del comic de La Autoridad no se hicieron esperar. Una vez que el primer capítulo de “Brave New World” vio la luz en los stands, comenzaron a aparecer los comunicados de prensa dictaminando el futuro del título en los meses venideros.
Garth Ennis
Todo empezó el día 5 de enero cuando Frank Quitely abandona Wildstorm para integrarse a Marvel Comics. La propuesta de trabajo era empezar tras finalizar su trabajo en The Authority, pero el dibujante prefirió dejar a la compañía inmediatamente dadas las condiciones económicas del nuevo contrato. En dicho sentido, Millar declaró lo siguiente:
“The bottom line is that Marvel didn’t poach him. The offer from Marvel was for AFTER he’d finished The Authority, but (he) personally requested that this deal was brought forward because he had some personal matters which he needed to deal with. Obviously, I can’t go into the specifics here because it’s a pal’s private business, but Marvel didn’t break the publishing code here. No reputable publisher would and I wouldn’t have such a good relationship with them if they did. (He) regretted leaving The Authority three issues early a great deal, but he had to put his wife and kids first. Obviously, I’m completely heart-broken to see him go, but the real world has to come first sometimes and I suppose we’ve all got to respect that.”
En los meses siguientes se esclarecerían los motivos de dicha renuncia, pero en ese momento había que anunciar al público las medidas pertinentes a nivel editorial. El 15 de enero DC Comics emitió el siguiente comunicado de prensa:
DC COMICS ANNOUNCES CREATIVE CHANGES FOR THE AUTHORITY
DC Comics’ WildStorm Productions announces creative changes for upcoming issues of the fan-favorite and critically acclaimed series THE AUTHORITY. “The very nature of THE AUTHORITY invites the unexpected,” said Scott Dunbier, Group Editor—WildStorm. “It’s how to handle challenges that tests a team’s mettle. Our editorial and creative teams have risen to the occasion with plans that will keep readers in entertaining suspense throughout 2001. THE AUTHORITY is a title that has elicited some of the best work from the talented teams who already have been a part of it and we expect the same from their successors.”
Beginning with issue #23, planned for a June release, a new team takes over with writer Tom Peyer (HOURMAN) and artist Dustin Nguyen (JET), who will take the series through issue #26. Issues #27 through 29 will feature the return of writer Mark Millar, joined by stellar artist Arthur Adams (Monkeyman and O’Brien). Dunbier adds, “Although we couldn’t have predicted these creative changes, we’re thrilled to have such high-quality teams on board. We know this announcement will raise additional questions about the future of The Authority, particularly considering the fate of the team at the end of #22. We encourage our readers to have fun speculating but not to expect any clear answers until they read the issues… hmmmm… Maybe not even then.”
THE AUTHORITY #23, already solicited for a February release will have its orders cancelled and be resolicited in April for a June release. Subsequent issues are scheduled to be monthly. Plans for future issues will be announced, as they become available.
Fue el 4 de abril cuando se empezó a dar una claridad respecto al futuro del título. Garth Ennis y Bryan Hitch le darían cerrojazo al comic con una historia en 2 capítulos tras el tomo #29, y posteriormente Brian Azzarello (foto, izq.) y Steve Dillon (1962-2016) tomarían las riendas, contando además con una leyenda de “Lectores Maduros” para denotar un contenido para un público de amplio criterio. El editor John Layman (foto, abajo) ofreció las siguientes declaraciones:
“The Ennis/Hitch storyline will have one very key revelation that has been hinted at periodically throughout the Authority run. Other than that, it will be Ennis doing what he does best, and Hitch doing what he does best, and it will be an interesting combination to say the least. This was more a chance to unleash another great writer into the Authority`s world and see what madness and mayhem he creates. And having Volume 1 of The Authority end with Hitch, the original Authority artist, just seemed like the most natural thing in the world.
Both Scott Dunbier and I have remained friends with Bryan, and Bryan of course has a great fondness for The Authority. When we got word he’d be leaving JLA and moving on to other things, we found a hole in our schedule at the same time there was a hole in his schedule. And about that same time Garth Ennis—who we were under the impression didn’t want to write superheroes—called us up and said he had an Authority story he wanted to tell. What choice did we have? It was fate!
The way I see it, this is really part of a natural evolution. This is not superheroes for kids, and we don’t want anybody mistaking it for that. But ‘mature’ doesn`t just mean naughty words and splattered brains, as people will also discover. I don’t think The Authority could continue to keep one-upping themselves in terms of outrageousness and the magnitude of the threats they face. Azzarello will deal with this. I think that’s all I will say. We definitely feel the need to evolve, or The Authority will eventually become a parody of itself. Authority Volume 2 is simply the next stage in its evolution […] Superheroes for people who don’t read superheroes, superheroes who actually are trying to make a real, significant difference in the world, superheroes with vices, and, of course, superheroes who are willing to smash somebody’s brains in to make this so. But each and every creator and storyline we have is top-notch and I think in the end everyone will agree that while the wait was a pain, it was ultimately worth it. I’m very aware we have a very loyal fan base, and every move we make really is calculated to give them the best book possible—while never giving them what they expect.”
Declaraciones sobre un comic que evidentemente estaba haciendo las cosas bien y que no era necesario someterlo a tal cadalso. Lo que hacía Millar no era diferente a lo que planeaba Azzarello si tomamos las palabras de los editores como ciertas. Fue el 10 de mayo cuando Layman anuncia que The Authority #23 fue enviado a la imprenta:
“I’m happy to report that the long-awaited Authority #23 went to the printers this week, and should be in stores on June 6th as promised and as planned. I’m looking forward to hearing what you have to say about it. Dustin has absolutely risen to the challenge, and exceeded our every expectation. Richard Friend was splitting his time between Authority and Steampunk, so Jason Martin pitched in and between the two of them we’ve got excellent inks, and David Baron has made his usually stellar color contribution. We’ve also got a three page letter column, since you guys have been so vocal about everything that’s been going on. And Tom Peyer has concocted a truly mind-bending tale, unexpected, mean and funny.”
El día 17 de mayo, Wildstorm anuncia la publicación de una edición conmemorativa (recuadro, arriba) con nuevo material de La Autoridad, por cortesía de Paul Jenkins y Georges Jeanty, quien declaró lo siguiente: “[…] A small human nature type story. There isn’t any violence and such. [The Engineer] is just realizing that while being in the Authority is great, it has given her this kind of celebrity status. She can no longer just walk into a pub and have a casual drink. Being so recognizable has taken away her anonymity. The story deals with this and more specifically how it affects her relationships. It’s a nice little story, I think. While choosing the Engineer was Paul’s idea, I have come to fancy her character a bit more.”
Por otro lado, este comic incluiría además una nueva historia por Warren Ellis, con arte de Cully Hamner quien la describiría de la siguiente manera: “a trip around the world with, and through the world of, Jack Hawksmoor. Kind of a travelogue, Authority-style.” Por otro lado, Ellis ofrecería también su visión detrás de este nuevo relato: “This appealed to me because it let me take the last little step I thought THE AUTHORITY needed. Bryan (Hitch) and I conceived of THE AUTHORITY as being as much straight sci-fi as it was a superhero genre piece. Doing this little story let me strip the last elements of the superhero from it. This story is about what a man who’s suffered multiple alien abductions does to relax from the stresses of running the biggest international rescue organization in history. It’s not a step back—it’s one last little step forward.”
A título personal, estas historias representaron una mirada más introspectiva y sin la acción estrafalaria que caracterizó al título. Siendo un líder de pérdidas durante su publicación, ambas historias encontraron su edición permanente en el tomo recopilatorio “The Authority vol. 3: Earth Inferno and Other Stories”, pero no fueron nada del otro mundo.
El 6 de junio ve la luz Authority #23, además de que se confirman los rumores de que Bryan Hitch (foto, abajo) escribiría un comic conmemorativo de La Autoridad, siendo una historia corta de 12 páginas:
“It’s my first full writing credit and I will also be penciling the story. Called ‘The Man with the Quantum Brain’, it features Jenny Sparks and the rest of the Authority and involves an individual who is trying to destroy all reality in one go. The usual big scale antics ensue. It has been enormous fun returning to and writing these characters. They had a huge impact on my career, and I have missed the fun of such no-holds-barred storytelling and wholesale destruction.”
Es el 24 de junio donde se desvela la verdad sobre la partida de Frank Quitely del título, en la columna de rumores online “All the Rage” por Rich Johnston (foto, der.). En un panel en la Convención de Comics en Bristol, Reino Unido, el editor John Layman reveló que Marvel le ofreció más dinero, aún y cuando la versión ofrecida por el Editor en Jefe Joe Quesada fue que Quitely hizo el primer acercamiento, y según Quitely sus razones fueron tanto personales como profesionales. “All the Rage” conectó todos los puntos: tanto a Millar como a Quitely les habían ofrecido un contrato de exclusividad y ser parte de la nómina de Wildstorm como staff, incluyendo la alternativa de lanzar una línea de comics de autor junto a Grant Morrison. Sin embargo, Quitely se encontraba en la necesidad de un aumento debido a problemas de índole familiar que le impedirían llevar un calendario constante de producción para los tomos 23, 24 y 25 de The Authority, requiriendo para ello 6 meses adicionales. Cuando Marvel le ofrece trabajo a una mejor tarifa por página, Quitely solicitó a Wildstorm igualar dicha oferta, y ante su negativa prefirió abandonar a la editorial para enrolarse con la competencia, aún y cuando hubo un acuerdo verbal para que concluyera “Brave New World” junto a Millar.
A esta problemática se le sumó la negativa de Azzarello para comenzar su trabajo en el comic cuanto antes, poniendo como fecha de inicio en febrero de 2002. La editorial buscó a Millar para extender su trabajo en el comic, pero no aceptó—para ese momento se intuye que Millar ya había acordado trabajar para Marvel dado su estatus como freelancer. Wildstorm le ofreció al autor un arco argumental en medio del suyo, pero Millar puso la condición de que lo escribiera Tom Peyer—con experiencia en DC Comics como guionista y editor. De esta manera, y aunado a la historia extra con Garth Ennis y Bryan Hitch, The Authority contaría con material suficiente para ser publicado hasta el debut de Brian Azzarello.
En otra entrevista, Frank Quitely ahondó en las razones que lo llevaron a abandonar al comic:
“Wildstorm were really good to Mark and myself, but they got pressure from DC—they suffered from censorship. Mark and I wanted them to hold the schedule up to give me longer on the artwork, but they decided to get a fill-in artist which broke my momentum; I felt like I was finishing someone else’s story. A complicated incident led to an argument with someone from Wildstorm, so I left because I felt slightly let down by them and I had been made a better offer by Marvel.”
Tiempo después, se supo que la censura continuaba contra el comic, lo cual ponía las cosas nuevamente de cabeza. La salida de Quitely desgastó toda la buena fe de los editores en Wildstorm por defender a su trabajo, por lo que Millar tomó la opción que le ofreció Marvel. De igual manera, Arthur Adams puso sus condiciones para trabajar, exigiendo guiones completos en lugar de algunos fragmentos, como tenía pensado Millar. En total, fueron casi 12 meses entre Authority #22 y el #27, que marcó la continuación de la historia bajo la pluma del escritor escocés.
En la temporada de convenciones en julio, se tuvieron noticias interesantes. El día 7 el editor Scott Dunbier revelaría aspectos del Authority de Azzarello (guión), Dillon (arte) y Glenn Fabry (portadas): “The new series kicks off with a familiar level of violence and butt-kicking—followed by an unexpected bout of conscience in which the team members must examine their personal beliefs.”
El día 20 se oficializa en Marvel la llegada de Millar como autor para la línea editorial de “Ultimate Marvel”. De igual forma, DC/Wildstorm anuncia que la historia de Bryan Hitch en Authority Widescreen y con fecha de salida el 21 de noviembre se expande de 12 a 18 páginas, incluyendo también un relato por Tom Peyer y Cary Nord de 12 páginas con Apollo y Midnighter (titulada “Two Dangerous Ideas”, en donde este par de superhéroes conocen a “Daylighter & Pluto”, sus contrapartes de una realidad paralela), así como pin-ups por artistas destacados como José Ladrönn, Seth Fisher, Jim Lee, John Cassaday, Matt Wagner, Gene Ha, Kyle Baker y Michael Golden. De igual manera, se confirmó que Hitch ya no dibujaría el comic con Garth Ennis anunciado en abril. Fue el 8 de agosto donde se develaría la espectacular portada para esta edición, por Hitch y el entintador Andrew Currie (recuadro, arriba).
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TRANSFER OF POWER
“Crap!”
Qué ironía—o sarcasmo, si lo quieren ver así—que la primera frase que inaugura esta etapa intermedia en La Autoridad fuese ésta. Probablemente Tom Peyer (foto, izq.) fue generoso por la oportunidad brindada por Millar para ser guionista interino en el título, pero si revisamos de cerca tanto el argumento como el arte secuencial en este arco argumental en los tomos 23 al 26, le queda como anillo al dedo.
“Transfer of Power” (junio-septiembre de 2001) resulta ser una narrativa bastante mediana que define a esta alarmante intervención editorial a la que fue expuesta la serie. Libre de todo riesgo y siendo completamente satírica, Peyer lleva al comic a una zona de seguridad, solo para introducir a los lectores al equipo sucesor de La Autoridad: Colonel, Rush, Surgeon, Street, Machine, Teuton y Last Call, manufacturados por el gobierno y el aparato mediático norteamericano para mancillar la imagen del antiguo equipo y borrarlos de la conciencia colectiva.
El eslabón más débil de esta historia es el blandísimo arte de Dustin Nguyen (foto, der.), quien hacía sus pininos en el mainstream: apresurado, ausente de uniformidad, estilo e intención; anatómicamente incorrecto, con un line-art sin firmeza e inspirado en el manga—empleando layouts con páneles grandes—pero carente de consistencia alguna. Dibujos y diálogos serviciales para salir del paso ante errores editoriales garrafales, y que muy seguramente se publicaron bajo la creencia de que “es The Authority, de cualquier manera se va a vender”. Para Nguyen sin duda fue un bautizo de fuego, ya que con el paso del tiempo fue adquiriendo un estilo propio que poco a poco fue incrementando su calidad, hasta convertirse en un fan-favorite y amplio recorrido en la industria, siendo su trabajo en la serie de Batman gratamente recordado. Afortunadamente Tom Peyer, en un ejercicio de humildad admitió que su trabajo no estuvo a la altura de las circunstancias:
“I had a lot of fun with that Authority story. It was the beginning of a great friendship with the editor, John Layman; that was the best thing about it. And it was an exciting time to write those characters; it felt like all eyes were on us. And I have to say, it was an all-time great comic; reading what Warren Ellis and Mark did made my head spin. I didn’t think I even approached their level of quality, but I guess I’d be the last one to know if I did. As for the length of my leash, I don’t remember being told not to do anything in particular. Mark is a little more tickled by shock value than I am, so the Powers probably weren’t too afraid I’d show the Authority blowing Jesus or something. […] I tried to make myself laugh, and I did. I was relieved when I wasn’t the only one laughing.”
El comic se mantuvo en la frontera entre lo gracioso y lo soporífero, a mi parecer. Esta historia presentó el dilema de las élites más importantes del orbe siendo convertidas en cinturones de pobreza por razones desconocidas, y es la misión de la nueva Autoridad el descubrir al culpable. Peyer trae a la mesa elementos conocidos—los refugiados asiáticos (del tomo #13), naves salidas de otra realidad, la ambigüedad moral sin llegar a extremos problemáticos, el breve retorno de Jacob Krigstein y facsímiles de déspotas propios del Authority de Ellis.
Tras la caída del Carrier, la mayoría de los refugiados asiáticos perecieron, siendo dejados a su suerte en la Brecha que separa a las realidades alternas. Desembocando en un mundo de nombre “RE-SPACE”, uno de ellos soñó por una mejor suerte para todos, convirtiéndose en regidores de su propio paraíso, por lo que planearon un ataque contra los impostores de la Nueva Autoridad y los transformaron en una copia del equipo original. Resucitada, Jenny Sparks desea el desarme mundial, acabando con todo conflicto en la Tierra.
Sin embargo, la homofobia de Last Call (uno de los detalles enfatizados reiteramente en cada tomo y con fines de comedia ligera) lo libera de su acondicionamiento, reconvirtiendo en el proceso a todos sus compañeros. Deshaciéndose en definitiva de los refugiados y combatiendo a las huestes de Krigstein, estos usurpadores regresan al mundo a su status quo.
Mark Millar, haciendo una semblanza de su etapa en el título en 2003, eligió ver el vaso medio lleno con este arco argumental: “La Autoridad fue una experiencia muy hiriente en muchos sentidos. La forma en que DC trató al libro cuando era su tercer o cuarto bestseller y el libro de mayor crecimiento fue asqueroso. Absolutamente sin precedentes en el medio. Pienso que Tom es fantástico e hizo un muy buen trabajo. Odiaba la gran brecha entre las partes uno y dos de mi arco final (¿fue realmente un año?), pero Tom y Dustin hicieron esto un poco menos doloroso para mí.”
¿Burdo, aburrido, olvidable, MALO? U Decide!
“Transfer of Power” fue un comic mediocre, esa fue la verdad. Authority-lite, emasculado (¡castrado!), y que nos hizo recordar a los comics de fórmula propios de un DC en sus peores momentos. Tras esto, cuatro meses intrascendentes dan paso al esperado retorno de Mark Millar para que termine a la que era entonces su magnum opus y testamento definitivo en DC Comics—para beneplácito de nosotros, su obra posterior se volvió más relevante e influyente en otras editoriales.
Pero nadie podría imaginar lo que iba a suceder después, y justamente un día antes de la salida a la venta de The Authority #26.
11 de septiembre de 2001. El día en que la Tierra se detuvo.
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COMICS POST 9/11
La herencia del 9/11 en los comics fue una de historias bizarras, autocensura y la realidad cotidiana insertándose constantemente en las páginas a cuatro colores. Bill Jemas, presidente de Marvel Comics en aquella época, declaró: “Para muchos fanáticos, los cómics son el tipo de comunicación que los ayuda a examinar al mundo de manera más profunda durante unos minutos al día. La triste verdad es que, desde el pasado 11 de septiembre una reflexión cuidadosa de la realidad de la guerra, del terrorismo y la recesión económica se ha vuelto incluso necesaria.”
La Guerra contra el Terror fue el story engine que movió a los engranes de la maquinaria comiquera para mal y durante un buen rato, y estos exámenes minuciosos del mundo real crearon narrativas sumamente incómodas. Simetrías tenebrosas se asomaron en los días previos o en esa misma semana, siendo el caso de ediciones tales como NEWXMEN #116 y Adventures of Superman #596 (recuadros).
El 19 de septiembre DC hizo retornable al comic de Adventures of Superman, además de posponer la publicación del tomo de Authority Widescreen—cuyo setting se daba sobre los escombros de una Nueva York devastada. Fue el día 25 cuando Wildstorm dio marcha atrás a la salida al mercado de The Authority #27 (octubre 3) y 28 (noviembre 7), sin dar detalles de cuándo verían la luz. Esto llevó a Jemas a declarar el día 2 de octubre que Marvel estaba dispuesto a publicarlos inmediatamente, y corriendo con los gastos de su respectiva licencia de uso.
“Would you please get the word out that if AOL/Time Warner will not print those books that Marvel will be happy to do so and pay DC Comics a 10% licensing fee.”
5 días después, Jemas publicaría una carta abierta a todo el fandom justificando sus incendiarios comentarios y actitudes, las cuales como un todo le inyectaron vida nueva a Marvel Comics y a una vertiginosa recuperación a nivel editorial y económica. El día 9 de octubre en el simposio anual de detallistas, DC anuncia la nueva fecha de salida de Authority #27 el 5 de diciembre, y la cancelación definitiva de la edición Widescreen. En el caso de los tomos #28 y 29, saldrían al mercado el 2 de enero y el 6 de febrero, respectivamente, además que Brian Azzarello y Steve Dillon quedaban fuera de los planes para relanzar al título. En el press release, las palabras de Azzarello fueron las siguientes:
“After the very real events of 9/11 and what unfortunately is yet to come, there was no way the story I had planned for ‘The Authority’ could be told—period. This has more to do with philosophical and religious belief systems that would have been touched upon rather than the widescreen destruction and intimately graphic violence that make ‘The Authority’ such a unique book. Instead of watering down and drastically changing what I had planned, I decided to withdraw from the book. End of story, but not my relationship with WildStorm.”
El día 11, Bryan Hitch declaró para los medios su resolución al respecto: “A couple of days after the awful events of last week, I sent an e-mail to John Layman, the editor of the project asking whether he and the powers that be at DC might think that publication would be, as I did, both insensitive and inappropriate. We all felt that it would and agreed to suspend publication at this time.” Finalmente, este comic (arte preliminar, pin-ups y script) vería la luz en el tomo “The Authority Onmibus”, publicado en 2019—sí, dieciocho años después (!).
“The nice surprise about that Authority omnibus is that it has the script for The Man with the Quantum Brain story I started drawing just before 9/11. Hadn’t read it since as I lost the file. The surprise being it actually doesn’t suck. (I’d finish drawing that given the chance.)”
A casi un año de estos aciagos eventos, Mark Millar publicó un comentario editorial en la página de Comic Book Resources, repleto de reflexiones variadas acerca del papel que el entretenimiento alternativo asumió dentro del género de acción y sus contenidos:
“[…] Estaba convencido de que, después de un período respetable de luto por nuestros teclados, nuestros héroes regresarían con todas sus armas en alto, pero estaba equivocado. […] Después de tres o cuatro días de estar sentado frente al televisor y ver el efecto de la caída de dos edificios, ya no podía escribir este tipo de violencia de dibujos animados y hacerlo pasar por drama. […] De repente, el tipo de violencia que hemos retratado en el género de acción durante décadas comenzaba a sentirse un poco desactualizado y no puedo dejar de notar que los comics que están haciendo algo DIFERENTE después del 11 de septiembre son los que estaban recibiendo mejores críticas y éxito comercial. […] Los héroes son más humanos y las historias se han vuelto indudablemente más cercanas a la vida real. Rompiendo la hegemonía de los cómics de superhéroes contra supervillanos que han dominado las listas durante dos generaciones enteras, recientemente hemos visto a Marvel Comics lanzando libros protagonizados por policías de Nueva York, bomberos y conductores de ambulancias. […] Creo que lo que estamos presenciando es una maduración del género en donde cada acción tiene una consecuencia y, ¿qué podría ser más positivo que eso?”
En realidad, ninguno de los intentos por crear “real life comics” dentro del mainstream lograron captar a un público. Las únicas ediciones que lograron un lugar en nuestra memoria fueron aquellas conmemorativas tales como HEROES (que incluyó una solemne y contundente ilustración por Frank Quitely, e inspirada sobremanera en “Christina’s World”, de Andrew Wyeth; recuadro, arriba), 9-11 vol. 1 y 2, A Moment of Silence y Amazing Spider-Man #36, por lo que el luto no duró realmente mucho. Fue en 2004—y coincidentemente con la salida de Bill Jemas de Marvel—que volvimos a ver historias dentro del género de superhéroes retomando a sus elementos de acción, universos de ficción compartidos y violencia estilizada de manera regular.
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CENSURA SIN FIN
Y tras casi un año de ausencia, La Autoridad de Mark Millar regresa, siendo una mejora substancial al insufrible arco argumental anterior. Personajes como The Colonel deja atrás gimoteos y gritos para convertirse en un hombre de acción, y sus perversiones son amplificadas por un guión desbocado y enfocado en retornar a su tónica narrativa habitual, con una voz autoral en dominio pleno de cada escena.
Sin embargo, la historia no dejó de ser mutilada de alguna u otra forma por la editorial. Millar muestra a los miembros de The Authority con vida, pero sufriendo una serie de humillaciones por el aparato gubernamental en turno: lobotomizados, violados, vapuleados y sodomizados, todos bajo escenarios certeros y grotescos que despiertan una evidente repugnancia para el público lector. Estos héroes son castigados severamente por su osadía de querer cambiar al mundo para bien y sin pedirle permiso al status quo. Desafortunadamente, se le bajó el tono a dichas vejaciones en instantes selectos, siendo Rich Johnston el encargado de divulgar a detalle los cambios impuestos sobre el arte secuencial.
La portada original del tomo #23, por Frank Quitely (primer recuadro, arriba), reemplazada por otra imagen que muestra una paliza sobre el rostro de Apollo, por Arthur Adams (segundo recuadro, arriba). Finalmente, dicha portada también fue reemplazada por otra imagen menos agresiva (tercer recuadro, abajo).
La violencia impuesta por el Coronel y Teutón sobre las imitaciones de la Legión de Super-Héroes (toma eso, Paul Levitz) fue minimizada.
En la escena de la ducha con los miembros del equipo, Rush muestra un pezón, siendo removido en la versión impresa.
El Coronel, en lugar de cometer necrofilia sobre el cadáver de Jenny Sparks, se entretiene con unas cosplayers del Espíritu del Siglo XX.
Swift es abusada por un ejecutivo de los medios, que originalmente iba a parecerse al magnate Ted Turner, incluyendo una escena en donde apagaría un tabaco en su lengua.
El presidente originalmente iba a ser George W. Bush, pero fue reemplazado—según los medios de la época—por “Merkin Muffley” de la película Dr. Strangelove (1964).
“You boys just pissed off the wrong bastard,” frase de Midnighter al final de este tomo, sustituyó a una más enfática: “you just pissed off the wrong faggot”.
En entrevista para el sitio web Ninth Art el 17 de diciembre, Millar ofreció su versión de los hechos:
“Creo que fue la idea más estúpida del mundo, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Como escritor, todo lo que puedo hacer es escribir mis páginas, hacer que se vean lo mejor posible y esperar a que no las arruinen en varios niveles: por una parte los artistas, y por otra los calendarios de publicación.
Había estado bastante contento con los artistas y con los tiempos de publicación, pero esta es la primera vez que sucede algo tan ridículo como esto. Algo así como 10 meses entre los capítulos uno y dos, pero esto estuvo fuera de mis manos. Todo lo que podía hacer era retenerles mi trabajo e irme a otro lado. Me dijeron que querían hacer una historia nueva y lo único que pude hacer fue recomendarles a un escritor, así que les sugerí a Tom (Peyer)”.
No fue sino hasta julio de 2002 cuando el autor daría más contexto a toda esta desagradable experiencia sufrida en 2001 en una entrevista para Michael Doran en Newsarama:
“Siempre había estado muy saludable, pero comencé a sentirme un poco mal hace unos años. Algunas visitas al médico más tarde y después de una variedad de pruebas no encontraron nada malo, por lo que simplemente lo atribuí al exceso de trabajo. Comencé a enfermarme mucho más en el verano de 2000 y empeoré gravemente en febrero del año pasado.
Estuve en el hospital casi todas las semanas y mi sangre fue monitoreada durante todo el año. Algo estaba en mi sistema y los doctores estaban convencidos de que era un tumor. El problema era que no podían encontrarlo, así que me hicieron escáneres cerebrales, me abrieron, lo que sea, durante todo el año. Cada vez que me recostaba sobre mi lado izquierdo vomitaba y estaban convencidos de que era un tumor, pero resultó ser una infección viral que, según ellos, me había estado consumiendo lentamente.
Me estaba enrojeciendo la piel y afectando a mis riñones y a mi vejiga y me hubiera matado si el especialista que fui a ver a Bulgaria en la Navidad pasada no lo hubiera detectado. Comencé el tratamiento en enero y desde entonces me he sentido casi normal. Estoy tomando muchas pastillas, pero debería estar en condiciones normales de funcionamiento a principios del próximo año (2003).
El efecto en mi trabajo fue horrendo. Siempre he sido muy bueno con los plazos, pero todo mi sistema nervioso central estaba inflamado y, literalmente, todo dolía. Incluso el blanco de mis ojos se había vuelto completamente rojo, por lo que escribir era realmente difícil. Debía haber comenzado a escribir dos series en el año como parte de mi contrato con Marvel, pero fueron pacientes al respecto; me pagaron el mismo dinero y dejaron que trabajara a mi propio ritmo. Después de pasar por todo eso, escribir ahora parece una brisa y estoy trabajando mucho más rápido de lo que solía hacer.”
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2002: THE YEAR OF LIVING DANGEROUSLY
A pesar de la censura y una línea editorial bajo escrutinio constante, DC y Wildstorm no tenían pensado dejar morir a una franquicia tan redituable como The Authority. Numerosos proyectos se fraguaron para continuar tras la salida de Mark Millar en el año 2002.
En enero se anunció la salida al mercado de las primeras figuras de acción: The Enginner, Jenny Sparks, Apollo y Midnighter, apareciendo físicamente en las tiendas el 21 de agosto.
En febrero, la editorial confirmó la publicación de una edición conmemorativa de nombre “The Absolute Authority”, un tomo gigante (8 1/8″ x 12 1/4″) de 320 páginas en pasta dura y slipcase. Este fue el primer intento de DC para imprimir a sus historias más representativas en un formato de esta envergadura, siendo ahora una tradición que se mantiene hasta nuestros días. En el texto promocional se puede leer lo siguiente:
In the twilight of the 20th century, a force emerged to protect the Earth from outside threats…and from itself. They were the front line. The final defense. The only hope. They were the Authority—exploding onto the scene to drop-kick the world into a new millennium and redefine the way we think about super-hero comics. The Authority is hard-hitting, high-octane action with dizzying velocity—the story of seven super-powered individuals who vow to make the world a better place, making their own rules, answering to nobody, and taking no prisoners.
Strap yourself in for three unforgettable adventures with super-hero iconoclast Jenny Sparks, the Spirit of the 20th Century, along with King of the Cities Jack Hawksmoor, the nanite-infused Engineer, winged Swift, the reality-altering Doctor, and the genetically-enhanced duo of Apollo and Midnighter.
Super-terrorists? Interdimensional invaders? A godlike entity from outer space? Take your best shot. This is the Authority. Pay allegiance or get your head kicked in.
Como contenido, esta edición absoluta reeditó a los primeros 12 tomos de la serie y el guión original de The Authority #1, así como también material suplementario por Bryan Hitch, quien proveyó además una nueva portada: “I can only tell you that it will be the equivalent of a DVD ‘Making Of…’ retrospective with contributions from the whole team, showing just how the series and then the first issue was put together, including some previously unseen pages and original pages I later redrew for various reasons (mostly personal dissatisfaction). There won’t be the usual character sketches, as I didn’t do any except for the Engineer, but we may use the photographs I have of Warren in his own handmade Midnighter outfit. We are pleased that in the research we have all undertaken for this collection nobody has yet unearthed the pictures of Ellis in his homemade Swift costume.”
El 21 de mayo, Rich Johnston reportó el rumor de que DC/Wildstorm estuvo buscando sustitutos para Azzarelllo y Dillon en el comic, solicitando propuestas entre escritores tales como Matt Wagner, Brian Wood, Doselle Young, Grant Morrison e Ian Edginton, siendo la única condición el no incluir temática gay entre Apollo y Midnighter. Fue en julio cuando Johnston insinuó que DC había detenido propuestas de Mark Andreyko y Phil Jiménez (Apollo y Midnigher contra alter egos homófobos de otra realidad alterna), del propio Millar (Apollo y Midnigher reclutanto a un jovencito heterosexual para ser su ayudante) y de Grant Morrison y Seth Fischer (Apollo y Midnighter siendo heterosexuales en el futuro y discriminados por un planeta Tierra 100% homosexual). Tómenlo o déjenlo.
En agosto se anunció la salida en los stands de “Authority: Scorched Earth”, un tomo único de 48 páginas por Robbie Morrison y Frazer Irving, en ese entonces desconocidos para el mercado norteamericano—ambos trabajaban únicamente para la revista británica de 2000AD. Con fecha de publicación de diciembre, este comic enfrentó a este súper equipo contra una amenaza cuyo origen fue el mismísimo Sol.
Como podrán ver, la demanda por más de La Autoridad hacía que DC no la dejara en paz. Cabe señalar que de todos los proyectos de ese período el único que valió la pena fue uno más orientado a la ultraviolencia y contenido subido de tono al que Ellis y Millar nos acostumbraron. AUTHORITY: KEV, por Garth Ennis y Glenn Fabry (agosto de 2002) combinó la irreverencia y humor negro de PREACHER con la audacia, explosividad, inventiva y actitud de Apollo y Midnighter. Kev, un ex-agente militar con severos problemas emocionales y un turbio pasado, es lanzado a su suerte para asesinar a La Autoridad. Calamity ensues, y vaya de qué forma. Siendo divertido a más no poder, Kev se convirtió en un fan-favorite, y Ennis se vio obligado a traerlo de vuelta en las miniseries de nombre MORE KEV (2004, con Fabry), THE MAGNIFICENT KEVIN (2005-2006, con Carlos Ezquerra) y A MAN CALLED KEV (2006-2007, con Ezquerra), siendo en definitiva un material muy afín para la sensibilidad artística y punto de vista que el oriundo de Belfast tiene respecto al género de superhéroes; siendo bastante crítico de él pero proveyendo narrativas que lo llevan a sus últimas consecuencias y explorando en gran detalle las temáticas absurdas que denota, contrastándolas con un mundo real incierto, oscuro y necesitado de esa esperanza que solo los héroes disfrazados y sus alter egos trastornados pueden darle.
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AMISTADES PELIGROSAS
The Authority #28 se retrasó también, siendo publicado finalmente el 13 de febrero en lugar del 2 de enero como se tenía planeado originalmente. Este tomo tuvo la infamia de ser la razón de la enemistad entre Grant Morrison y Mark Millar, en ese momento las fuerzas creativas que polarizaban al mainstream con series tales como NEWXMEN y THE ULTIMATES, por mucho las series de mayor influencia tanto para generaciones recientes de guionistas como para el altamente lucrativo Universo Cinematográfico de Marvel Studios. De igual forma, este comic también sufrió cambios en su contenido, como por ejemplo en su portada, un original de Frank Quitely (recuadro, izquierda) fue reemplazado por otra versión de Arthur Adams (der.). También, el personaje de Teutón es ejecutado por Midnighter de una forma tan brutal que tuvo que ser alterada (recuadros, abajo).
Adams, en una entrevista para Comic Book Artist (tomo #17, en enero de 2002) ofrecía su opinión al respecto: “A Authority lo recibía como full script, y lo consideré siempre como un comic de Mark Millar, por lo que a veces si me pedía algo que no me parecía una gran idea, traté de encontrar alguna forma de hacerlo de la manera que él sugería. A veces no funcionaba, y me iba por la opción que creía era la mejor. Me sentía muy contento con ello. Pero me gustaba mucho más antes de que se le atenuara, pero ya sabes, teníamos que aligerar a la violencia. En el primer tomo, se dejó en claro que George Bush, aunque no necesariamente fuera un tipo malo, era ciertamente uno de los peones al servicio de los tipos malos; luego, más adelante, a Bush se le iba a tratar de manera muy cruel, y eso era algo que no estaba bien. No conocía personalmente a Bush por lo que me sentí un poco mal por haberlo tratado así. Puede que sea un mal tipo, pero no lo sabía…”
Era obvio que el grado de compromiso era muy distinto entre todos los involucrados. Un proyecto en donde la libertad de expresión encontraba un freno en base al sentido común, el decoro y los intereses a beneficio de un negocio con círculos de influencia muy variados.
“May I introduce you to one of our first experiments: the world’s first memetically-engineered, all-purpose pop god. Religimon.”
Morrison, en un favor a Mark Millar, fue el autor del tomo #28, y para quienes han leído parte de su obra podrán darse cuenta de numerosos fragmentos que delatan su intervención. La primera vez que leí la palabra MEME—de uso frecuente en la actualidad—fue aquí, una década antes de que explotara como el medio de distribución inmediato para atragantarnos de cultura pop, sarcasmo e imágenes por las redes sociales.
El problema se dio cuando él mismo divulgó a los medios de su presencia en este comic de La Autoridad. Se suponía que sería un favor que pasaría desapercibido, y Millar recordó esto, quemando puentes con él inmediatamente. En palabras de Morrison, esto fue lo que sucedió:
“Authority #28 caused some problems for me personally because I wrote the story as a favour and then, surprisingly, wasn’t paid or acknowledged for it until I called Wildstorm and the situation was quickly resolved. I wanted the issue to go out under some whimsical credit like ‘The Mock Millar Experience’ but otherwise I had no intention of putting my name on it. It was a gag. This is the story of watch gears turning and bureaucratic springs unwinding—hardly the fuel for so much rumour among so few. The best bit no-one saw was the first page—another victim of the censor’s scythe. My original had a splash page with Jesus Christ, Allah, and Buddha all standing in front of a bullet-pocked wall. Each wears a blindfold and sweats nervously, fag in the lips. A big balloon from off panel reads…’FIRE!’. Turn the page and it goes into the Surgeon’s speech before they meet Religimon.
As well as being best mates off duty, it’s no secret that I occupied an informal position as Mark’s mentor, advisor and champion for most of the last decade; in response to those highfalutin’ ‘allegations herein’, all I can say is… distance and a keen critical eye make it pretty easy to spot my contributions to the canon of the bulging Monty Millar. Otherwise… there’s no story here.
To be honest, the only thing likely to cause any real divisions between us are daft attempts to talk my artist out of upcoming creator projects, which fall under the heading of deliberately interfering with another writer’s ‘earning capacity’, a disgraceful habit […] Maybe it was guilt. All ‘I hate you’ notes and whispers up the back but they’re always there with the luvvie gush on tap when the phone call comes to say ‘He’s dead… have you any SPECIAL memories?’
[…] I wish him well, but there’s no good feeling between myself and Mark for many reasons, most of which are he destroyed my faith in human fucking nature. […] There’s a very good chance of running into him, and I hope I’m going 100 miles an hour when it happens.”
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AN EIGHTEEN-MONTH ASSASSINATION EXERCISE
El último clavo al ataúd para The Authority fue el retraso que sufrió el último capítulo de esta malograda saga. La fecha de salida del tomo #29 se movió del 6 de febrero hasta el 15 de mayo de 2002.
Para ese momento, Mark Millar ya había tenido suficiente. Su etapa como escritor en Marvel ya estaba en movimiento—con las series THE ULTIMATES y ULTIMATE X-MEN—y La Autoridad empezaba a tornarse en un cadillo e historia antigua.
Constantemente, Millar empezaba una guerra mediática contra DC y su presidente Paul Levitz, incluyendo comentarios incendiarios y hasta compararlo con un pedófilo, actos que lo colocaron en definitiva en la lista negra y en el veto permanente. En su columna editorial, en ese entonces publicada en el sitio web de Comic Book Resources, lanzó una carta abierta con una serie de interrogantes hacia Levitz respecto al conservadurismo exacerbado que permeaba sobre DC Comics (ver PDF anexo).
TheColumn-011-Mark Millar-10022002.pdf
De igual manera, Arthur Adams dejó la serie debido a sus compromisos como ilustrador en el título “Tom Strong’s Terrific Tales”, siendo reemplazado por Gary Erskine, cuyo estilo era similar al de un Chris Weston.
En lo que llamó “un ejercicio de asesinato en 18 meses”, el autor escocés ventiló en entrevista a Rich Johnston (4 de junio de 2002) toda su frustración, de cómo a pesar de ser el tercer bestseller de la compañía fuese tratado injustamente por un ambiente tóxico que desembocó en la salida de Quitely cuando no quisieron aumentar sus honorarios; de cómo él y Arthur Adams sufrieron revisiones, censura e intervención sobre su trabajo, así como retrasar una y otra vez a su serie. El hecho de que un grupo de editores lo insultó a sus espaldas cuando estaba convaleciendo de su enfermedad no tuvo nombre. Para él fue una falta de respeto el saber que la editorial había retrasado la promoción de las ediciones recopilatorias hasta que entregara su último guión, supuestamente por temor a un incumplimiento suyo al saber que iban a partir a su saga de La Autoridad en dos colecciones. En palabras del autor, no cabía en su cabeza que a un empleado que les había ayudado en gran forma a tener un alto índice de ventas lo hubieran jodido tanto, y a pesar de haberse mantenido al pie del cañón en todo momento.
“Call the President. Tell him to get that ugly monstruosity Seth up here pronto. The Midnighter’s back.”
Aún y cuando se haya mancillado a la historia de esta manera, el producto final no dejó de ser de amplia calidad, lo cual reafirmó a Millar como un consumado maestro narrador, y los pedacitos vertidos por Morrison no decepcionan—“Religimon” en particular es una idea fantástica, así como la creatividad para fastidiar el espacio de reflexión del Doctor. Los miembros de la Nueva Autoridad fueron mostrados como unos truhanes abusivos, unos bullies a los cuales un presupuesto infinito les dio rienda suelta a sus psicosis y deseos más perversos. El grado de desconcierto fue palpable, y realmente la comunidad de lectores de la época se involucró tanto con la historia impresa y su colorido trasfondo de intervención editorial desmedida. “Brave New World” representaría para Millar una plantilla narrativa para explorar rincones desconocidos hasta ese entonces por el comic comercial, y sería la punta de lanza para una carrera sumamente exitosa con THE ULTIMATES y todas sus series de autor en MILLARWORLD, su sello editorial—con series de alta controversia como CHOSEN/AMERICAN JESUS, THE UNFUNNIES, NEMESIS, la franquicia de KICK-ASS y JUPITER’S LEGACY.
Leyendo a cada capítulo de un solo bocado vemos que se torna realmente vertiginosa en su última parte. Una vez que Apollo y compañía son dejados a su suerte, nada nos prepara para la agradable sorpresa que fue ver a Midnighter y Jenny Quantum sanos y salvos y dispuestos a patear traseros corporativos. La venganza fue sutil pero contundente, un ejercicio de excesos que ante todo fue una catarsis para los lectores. Sin embargo, Millar no les puso las cosas tan sencillas a este par: Seth el Montañés estaba de vuelta, armado hasta los dientes y dispuesto a aniquilarlos. El bodycount dejado por Midnighter requería acciones extremas, por lo que Seth una y otra vez agota sus ilimitados recursos armamentistas y sobrenaturales para castigar a su enemigo. Realmente fue una pena no tener a Frank Quitely a cargo del arte secuencial—con respeto para los veteranos Adams y Erskine—ya que sin duda su imaginativo storytelling hubiera sido realmente efectivo para elevar a estas ilustraciones a niveles insospechados.
“Uncle Sam doesn’t build doomsday machines that don’t come with an “off” button.”
Cuando parecía que Midnighter se llevaría la victoria, Seth sacó un as bajo la manga y que le dio una ventaja casi definitiva en su batalla. La muerte de los impostores detona la reactivación del nexo telepático entre La Autoridad, liberándolos de su trance y cautiverio, y uno a uno van ajustando cuentas con sus carceleros—en este aspecto Millar crea una atmósfera de plena satisfacción y reivindicación con su público.
Acorralados, Seth se dispone a asestarles el golpe final. Sin embargo, el autor se sale con la suya y su excelente uso de Jenny Quantum sale a relucir nuevamente. El final es tan bueno que el spoiler está prohibido. Tienes que leer esta historia (y todas las anteriores) y disfrutar de todo su descaro y audacia.
“I’ll tell you EXACTLY what we’re going to do here, people; we’re doing NOTHING. Absolutely NOTHING.”
Los instantes finales ejemplifican claramente el por qué The Authority fue un comic adelantado a su época, mostrando el potencial que el género de superhéroes comerciales puede alcanzar. Millar supo balancear el acto violento con el sentido de la justicia y los dilemas morales que implica resolver los problemas que aquejan al mundo de maneras poco ortodoxas, con pizcas de incertidumbre geopolítica y codicia sin freno permeando en escenarios en un principio inocuos y poco (o más bien nada) acostumbrados a explorar y cuestionar a la condición humana y a sus matices más horrendos.
“…and so, by the power vested in me by the TELEVISION NETWORK SPONSORS, I can now pronounce you guys, ah, well, HUSBAND and HUSBAND, apparently. You may kiss THE GROOM, boys.”
La boda entre Apollo y Midnighter trae a la historia no solamente picardía sino un sentido de elipsis, una conclusión que le da sentido a la propuesta original de Warren Ellis por darle al mundo del comic un producto fuera de toda proporción, moderno y con algo que decir. A pesar de sus bemoles, el trayecto recorrido por este título valió completamente la pena, y realmente fue un crimen el hecho de no volver a tener en los stands a algo similar. Quizás su único sucesor espiritual haya sido THE ULTIMATES (y quizás también JUPITER’S LEGACY), aunque a título personal se movió por otras tangentes temáticas (aunque no menos importantes, cabe señalar) y tocando a la realidad contemporánea de manera muy específica (por no decir superficial), cumpliendo otros objetivos completamente distintos a los propuestos por The Authority.
“We’ve changed things forever, Angie. There’s no going back now.”
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COLOFÓN
De esta manera concluye la balada de Millar y Quitely en The Authority, una danza en principio divertida, pero que fue tomando tintes macabros y desafortunados con el transcurso del tiempo (¿en verdad pasaron tantas cosas durante 3 años?). A título personal fue la historia tras bambalinas más interesante en todo el tiempo que llevo leyendo comics, y una de mis anécdotas sobre comics norteamericanos preferidas. Redactar toda esta retrospectiva fue un deleite (47 páginas ni más ni menos) e indagar en todos sus pormenores fue exhaustivo pero gratificante a la vez.
“[…] this is the company who bought Jim Lee’s brilliantly innovative little line back in 2000 to gain market dominance overnight, but eroded that majority within twelve months, turning Wildstorm into Mildstorm; Thundercats and Fundamentalist Christian comics where we used to have The Authority. […] They just have very clear rules that superheroes should always be aimed at children and non-superhero work can be aimed at adults. I love my first ten issues. They were the best work of my career so it’s a shame what they did to that thing. Still, life goes on. […] My old attacks on DC (and it’s so long ago I genuinely couldn’t care less) were attacks on their company policy and a publishing vision which I think was and is detrimental to an industry I don’t just happen to earn my living from, but which I also love.”
— Mark Millar.
Nos queda claro que, en el ámbito comercial, los comics son narrativas en donde la última palabra la tiene el editor en turno, y los escritores y artistas asignados tienen que saber su lugar en ellas, tratando de encontrar maneras creativas para no solamente salirse con la suya—en mayor o menor forma—sino de satisfacer a todos los amos y señores dentro de la pirámide. La Autoridad fue evolucionando paulatinamente al aumentar su forma y fondo, convirtiéndose de manera triste en una trituradora voraz e implacable, cobrando vida propia y un estatus tanto de leyenda como historia de horror. Su lugar de privilegio es inamovible, y sus fans se decantan tanto por la era Ellis como la de Millar, generando discusión permanente. Un comic de autor en estado puro dentro de un sistema que aborrece al cambio.
“The Authority will not appear in any form we recognize for some time to come. Because for it to work, it must be callous. It must be horrible, and violent, and must be gleeful about what it’s doing. If it’s not cranked up to ridiculous volume, viciously insulting to the genre that spawned it and blatantly absurd in its scale and its disregard for human life… it’s just another superhero team book. You can find those anywhere. Unfortunately, the clash between the Authority style and the real-life events and attitudes surrounding it means that, at least for a little while, it’ll have to be just another superhero team book. If it’s going to be published at all. Personally, I think the audience is ready for it. It’s escapism, and it’s revenge fantasy on the biggest possible scale. But the people who make the decisions clearly believe otherwise.”
— Warren Ellis.
Si nos sirve de consuelo, los tomos #13 y 14, y además una historia corta del equipo original titulada “Requiem”, fueron publicados sin censura en arte y guión por vez primera en la edición conmemorativa “Wildstorm: A Celebration of 25 Years” en 2017, un mausoleo en pasta dura que reivindica (aunque MUY poco) a los autores originales, así como también ofrece un atisbo hacia algunas narrativas contracorriente y provocativas de un sinnúmero de autores e ilustradores que hicieron época en la ahora difunta casa editora. We deserved better…