“My greatest personal hope is that someone will revive Marvelman and I’ll get to write it. KIMOTA!”
– Alan Moore; Journal of the Society of Strip Illustrators, 1981.
Es en 1982 cuando Derek ‘Dez’ Skinn — uno de los editores más influyentes dentro de la escena del comic en el Reino Unido — decide abrirse paso como empresario lanzando al mercado el comic de antologías Warrior. Es dentro de las páginas de esta legendaria serie donde se imprimen, tal como subraya su colorido slogan, “New Stories from Britain’s Top Comics Creators”.
Durante 3 cortos pero destacados años, Warrior presenta relatos y voces autorales que son pilares dentro de la era moderna del comic independiente británico, tales como Steve Dillon, Grant Morrison, Steve Parkhouse, John Bolton, Steve Moore, Paul Neary, John Stokes, Brian Bolland, John Ridgway y Jim Baikie.
“A Dream of Flying”, prólogo de Marvelman en Warrior #1.
Pero es dentro del legado invaluable de Warrior que destacan dos obras en particular, ambas a cargo del entonces novel pero sumamente prolífico escritor y cartonista Alan Moore: la dialéctica anarco-fascista distópica de “V for Vendetta” (junto al ilustrador David Lloyd) y el entonces inusual pero audaz revisionismo del superhéroe en “Marvelman”.
En el caso de Marvelman, es el propio Skinn quien revive a esta longeva propiedad intelectual que fuese creada por Mick Anglo en 1953, y cuyo origen en aquellos años surgió de la necesidad por reemplazar la publicación de los comics de “Captain Marvel”, descontinuados tras un conflicto de derechos de autor entre las editoriales estadounidenses DC Comics y Fawcett Publications. Ante esta dificultad, Anglo construye un facsímil de Captain Marvel en la forma de Marvelman, una saga que narra las aventuras de Mike Moran, un reportero a quien le son otorgados extraordinarios poderes por un hechicero (misma premisa empleada por el comic de Fawcett, sólo que reemplazando la palabra mágica ‘SHAZAM’ por ‘KIMOTA’). Junto a personajes como Young Marvelman (Dickie Dauntless) y Kid Marvelman (Johnny Bates), esta peculiar familia se dedica a hacer el bien y combatir a la injusticia, en situaciones evidentemente estándar para el superhero genre de la época. Impresa en ese entonces bajo la casa editora L. Miller & Son, los comics de Marvelman salen del mercado en 1963, tras un declive significativo de ventas.
Suspenso Sofisticado: una de tantas razones por las cuales
“Marvelman” es absolutamente escalofriante.
Siendo un favorito de Moore, y gracias a una propuesta temeraria y adelantada a su época, Skinn le otorga la oportunidad de continuar las aventuras contemporáneas de Marvelman, un título el cual por sí mismo cambia por completo las reglas del juego en cuanto al manejo de este género se trata. Incorporando elementos realistas e introspectivos, acción estilizada y bajo atmósferas y settings sumamente macabros, Moore confecciona un producto completamente fuera de la norma:
“I know this’ll sound very pompous and ambitious but what I really want to attempt here is not just the definitive Marvelman, but the definitive super-hero strip as well.
[…] there’s the obvious fact of his being a super-hero. I want to emphasize this and the “sense of wonder” aspect that goes with it. […] without deviating in fact from the naive and simplistic Marvelman concept from the Fifties, I want to transplant it into a cruel and cynical Eighties. The resulting tension will hopefully provide a real charge and poignance. […] If my Marvelman is going to fit logically into a gritty and realistic 1980s then the character should at least have some pretense of credibility…
The basic language of the strip, captions and so forth, at first glance this might seem a little elaborate, but I felt it was needed to give the tone of the series a little more depth and grittiness.
As far as dialogue goes, I’ve tried to do something a little different with it. In order to create an atmosphere of contemporary realism I’ve tried to avoid the Americanized dialogue-clichés of the Marvel school, not wholly successfully, I’ll admit, but I think I’m getting there. One problem was trying simultaneously to avid the equally clichéd Lowest-common-denominator […] english of the British boy’s comics, and the other was trying to handle semi-adult dialogue without knowing quite how far I was allowed to go.”
— de la propuesta original y script de Marvelman #1, por Moore.
Marvelman se convierte desde sus primeras entregas dentro de Warrior (ilustradas en un inicio y de forma sobresaliente por Garry Leach) en el personaje insignia para esta antología. Abandonando por completo la simplicidad del comic original de Anglo, Moore establece un down-to-Earth-approach sumamente atractivo, beneficiado sobremanera por el híperrealismo en blanco y negro de Leach, cuyo demandante estilo lo forza a abandonar su puesto para dedicarse de tiempo completo como director artístico de Warrior, dándole la estafeta a Alan Davis (entonces colaborador de Moore en la colorida, extraña, desafiante, inventiva y emocionante tira cómica de “Captain Britain”, bajo el sello de Marvel UK). Davis le ofrece dinamismo bajo un enfoque más pulcro en la composición de escenarios.
Es en el proceso colaborativo entre Davis y Moore que se gesta lo que sería la gran malaria que perseguiría al comic de Marvelman durante toda su existencia: la disputa por los derechos de propiedad del personaje y sus elementos relacionados. Tras la negativa de Davis por permitir la reimpresión de Captain Britain en territorio estadounidense, Moore entra en conflicto con su artista, lo que causa el retraso de nuevo material de Marvelman en Warrior. A esta riña se le sumó un pleito legal entre Skinn y Marvel Comics tras la salida de la edición conmemorativa titulada “Marvelman Special”, siendo la aparición del prefijo ‘Marvel’ en la portada una de las principales causas del litigio.
Miracleman nos enseña el precio a pagar por una utopía…
Warrior descontinúa a Marvelman en su edición #21, dejando incompleta esta asombrosa saga cuya tónica de ojos abiertos y progresista dio mucho de qué hablar entre los medios especializados del comic en tierras británicas. Siendo un proyecto editorial subsidiado por Skinn y mantenido únicamente en base a ventas, Warrior cesa publicaciones en 1985, dejando un legado artístico-narrativo que todavía perdura.
Tras la venta de los activos y licencias al sello editorial de Pacific Comics, Marvelman tendría la oportunidad de salir nuevamente a la luz. Sin embargo el colapso financiero de Pacific truncó esa intención, siendo rescatado eventualmente por Dean Mullaney y Catherine Yronwode, dueños de la compañía independiente Eclipse Comics, surgida tras el advenimiento del Mercado Directo en la industria del comic.
Cuando Alan Davis renuncia a su parte equitativa de la propiedad de Marvelman, Eclipse ve la posibilidad de continuar la serialización de este relato con Moore al frente. Bajo el nombre de “Miracleman” y con contenido a todo color, se da el retorno de este comic ahora en el mercado norteamericano.
Gaiman y Buckingham convierten a Miracleman
en toda una aventura multigénero…
Tras reimprimir el material de Warrior ilustrado por Garry Leach y Alan Davis, y concluyendo la narrativa inicial con Chuck Beckum (ahora Austen) y Rick Veitch (cuyas célebres escenas de parto ilustradas en Miracleman #9 le dieron el ‘edge’ definitivo a esta gran serie para ser un punto y aparte en la escena del comic en general), Moore y Eclipse prosiguen con lo que sería el ápex dentro de la Era Moderna de los Comics: con arte de fina textura y consumado detalle de John Totleben, el tercer acto de Miracleman rebasa por completo cualquier expectativa y paradigma concebido hasta ese entonces, sacudiendo los cimientos que mantenían pasivo y en una zona de confort a esta vertiente del comic comercial. Este comic comienza a gravitar sobre elementos comunes a la disección del ser humano propio del auteur cinéma, y que son llevados a un extremo tanto novedoso como escalofriante, así como un character-study profundo sobre el rol del übermensch en el plano terrenal y como un catalizador de agitación y cambio social.
A pesar de que Miracleman #11-16 le da un cerrojazo más que digno a esta reinvención edificada por Moore y que lleva a una conclusión natural y lapidaria al arquetipo del superhéroe, Eclipse prosigue con la edición de este comic, siendo el tándem inglés conformado por el autor Neil Gaiman y el artista visual Mark Buckingham los elegidos para llevar a este relato al siguiente paso.
Y vaya que lo consiguen. Lejos de navegar sobre las mismas aguas, Gaiman y Buckingham llevan al título a labrar sobre un terreno fértil, más apegado a la sensibilidad de este popular e ingenioso autor por desmenuzar la naturaleza mítica y su impacto sobre la cultura. Con un sentido análisis sobre lo que representa Mike Moran/Miracleman para la raza humana que lo observa tanto absorto, temeroso, iracundo y devoto a su imagen y a la idea que proyecta como un ícono repleto de connotaciones teológicas, Gaiman confecciona un microcosmos que divaga elegantemente entre emociones a flor de piel en un mundo azotado por la tragedia y una reconstrucción/revolución de la cual nunca tuvo voz ni voto, así como en las repercusiones psicológicas que azotan a aquellos cercanos al protagonista. El versátil arte de Buckingham engalana esta conjunto de historias autocontenidas (bajo el título de “The Golden Age”) con ilustraciones en múltiples estilos que combinan milagro y magia con intenciones oscuras, resentimientos y conspiraciones, algo que Gaiman nos tiene muy acostumbrado en su narrativa de corte urbano-fantástico.
The Golden Age (Miracleman #17-22) daría pie a dos eras más de análisis y liricismo sobre la condición humana: “The Silver Age” y “The Dark Age”. Desafortunadamente, Eclipse se declara en bancarrota en 1993, dejando inconcluso este esfuerzo por reinventar y encontrar nuevos rumbos para el concepto del superhumano. Miracleman #24 (segunda parte de The Silver Age) marca el fin de esta extraordinaria y visualmente cautivadora aventura.
Eclipse coloca a sus activos en remate, siendo adquiridos por el afamado ilustrador americano Todd McFarlane en 1996, quien así se convierte en el dueño mayoritario de Marvelman. Desde entonces y debido a un cruento combate legal entre Gaiman y McFarlane por regalías sobre ciertos personajes creados durante el tenor del autor británico en Image Comics, ha dejado en el terreno de lo ambiguo la posibilidad de ver reimpresa esta gran historia. McFarlane insinuó el regreso de Mike Moran en las páginas de “Hellspawn” #6 (Image, 2001), incluyendo el ahora infame pin-up de Miracleman hecho por Ashley Wood (izquierda), pero sin llegar a culminar sus intenciones:
“We have no plans to release the trade paperback version but stay tuned to the Spawn titles for a few miraculous things. Wink, wink.”
Esta batalla provoca indudablemente que el título se pierda de la memoria colectiva durante mucho tiempo. El libro “Kimota! The Miracleman Companion” (TwoMorrows, 2001), escrito por el entusiasta George Khoury se convierte en el único texto que se preocupa por realizar una auténtica y sentida labor de rescate para la serie, desmenuzando su compleja historia y exaltando la labor de sus creadores, manteniéndola de esta forma vigente para las nuevas generaciones, siendo una retrospectiva de lectura amena e interesante y que se consolida como la “biblia” moderna que conmemora su leyenda.
Un punto de inflexión se da en el año 2007 cuando el grupo Emotiv adquiere los derechos de Marvelman en posesión de Mick Anglo (siempre se tuvo la duda si realmente Dez Skinn poseyó autorización alguna o no), y posteriormente se negocia su transferencia a Marvel Entertaintment en el 2009. Esto lleva a esta editora estadounidense a tener bajo su poder el material original que data entre 1953 a 1964, sin que el público tenga constancia en particular del estado sobre el que se encuentra el copyright del material creado por Moore y el propio Gaiman (quien ya tiene un convenio negociado con Marvel).
Propuesta original de Moore, publicada en Kimota! The Miracleman Companion.
En un intento sobrio por reposicionar a esta marca dentro del ámbito del comic contemporáneo, Marvel reimprime brevemente material selecto de los comics hechos por Anglo en los 50s y 60s bajo el sello de “Marvelman Classic”, además de otorgarle a su creador una favorable compensación económica. Tras la muerte de Anglo en octubre de 2011, todos los comics de la compañía portaron una breve esquela.
Aún y cuando los abogados de todas las partes involucradas han buscado bajo todos los resquicios legales la llave para desenmarañar el verdadero estatus del personaje, en 2012 se da el caso de la deposición de la solicitud de trademark sobre el personaje por parte de McFarlane y la subsecuente petición de la misma por Marvel.
Todo esto nos deja claro que este conflicto de intereses le otorga un valor inconmensurable al legado dejado por Moore en este título, el cual informa notablemente su crecimiento como artista y que da por sentadas las bases que definen el refinamiento posterior de su estilo y estos mismos temas en “Watchmen” (DC Comics, 1986-87), obra catalogada por la prensa especializada como el mejor comic de todos los tiempos, siendo el sucesor espiritual y definitivo de Marvelman/Miracleman.
Es el sábado 12 de octubre de 2013 donde sucede lo que hasta ahora era impensable. Como parte de los eventos dentro de la New York Comic Con se da el anuncio oficial por parte de Joe Quesada, Presidente de Marvel Comics, del relanzamiento de Miracleman a partir de enero de 2014, iniciando con las historias creadas por Alan Moore y posteriormente la continuación y conclusión del relato bajo la pluma de Gaiman. El comunicado de prensa presume una restauración completa del material original:
“The wait is over,” says Editor In Chief Axel Alonso. “Marvel will finally be bringing these timeless, ground-breaking stories to a whole new generation of readers.”
“We’ve been working with the Miracleman artists to obtain original artwork or photostats in every instance possible, and then applying the same painstaking restoration methods and rigorous quality standards that are utilized on the Marvel Masterworks line. The Marvel Special Projects teams have even been developing some new techniques specifically for this project.
These Miracleman issues will receive the most advanced restoration possible to ensure the most authentic reading experience,” says SVP of Marvel Publishing David Gabriel. “The art is crisp, clear, and looks as good – if not better than the day it was published! Also, the stories are being completely relettered to meet today’s standards.”
Trágico, mítico, lírico, contemplativo, terrorífico, agudo, asombroso, desolador y conmovedor son adjetivos que no son suficientes para describir y dimensionar el impacto e influencia que Miracleman ejerce sobre el comic mainstream contemporáneo, y que a tres décadas de distancia sigue siendo reconocida como la más grande epopeya dentro del género de superhéroes jamás contada.