Behind the Candelabra | Estados Unidos, 2013
Dirigida por Steven Soderbergh
Libreto cinematográfico por Richard LaGravenese, basado en el libro “Behind the Candelabra: My Life with Liberace”, por Scott Thorson y Alex Thorleifson
Reparto: Michael Douglas, Matt Damon, Dan Aykroyd, Scott Bakula Rob Lowe, Debbie Reynolds y Paul Reiser
Musicalización por Marvin Hamlisch
Cinematografía por Soderbergh, bajo el alias de Peter Andrews
Edición por Soderbergh, bajo el alias de Mary Ann Bernard
Producida para la televisión por HBO Films
Distribuida por HBO
Un tema elusivo en la filmografía de Steven Soderbergh es sin duda la “Experiencia Americana”: situarse en un punto en el tiempo donde se explora esa confluencia de sentimientos, eventos significativos e ilusiones en los que se experimenta el sabor del éxito y la realización personal en una nación que emblazona ese ideal. Behind the Candelabra es una honesta aproximación aún y cuando sea poco notable esa intención, de tomar un snapshot de dicha emoción y retratarla de una forma realmente exuberante y con distintiva franqueza.
Situada en el pináculo de la carrera del artista del entretenimiento musical Liberace, la cinta retrata fielmente ese mundo de sueños realizados, sus fantasías ahora tangibles, sus excesos, frivolidades, vicios y excentricidades, su desparpajo, despilfarro y soledad a medida que hace todo lo posible por perpetuar en ámbar ese estado de reconocimiento, admiración y éxtasis, así como también las consecuencias y rasgos de notable desintegración que este ícono de la música sufre en su búsqueda por encontrar a alguien que comparta y comprenda el júbilo que provoca este mundo plástico y de infinita riqueza, en una época de claro conflicto entre el libertinaje y el conservadurismo ante temas taboo.
El cine de Soderbergh es, a título personal, la verdadera excelencia en realizaciones norteamericanas, con una currícula envidiable que presume un body of work como pocos, que ostenta una versatilidad jamás igualada para retratar temas que se mueven por todo el espectro de lo comercial a lo experimental. Behind the Candelabra excede las expectativas de un period film y se pierde por completo en ese mundo estrafalario de la farándula, que desmenuza el precio que hay que pagar por ella y a los extremos a los que nos conduce por vivirla en plenitud, de cómo el poder monetario nos justifica el tener todo aquello que no necesitamos, así como hacernos creer (sin éxito) que podemos comprar aquello que nos hace sentir vivo y feliz en nuestro interior.
Hands down, Michael Douglas ofrece su papel definitivo en el cine, al mostrarnos una transformación física impresionante al sumergirse en el rol de Liberace, con todo su inusual carisma que esconde sus perturbadores pathos, complejos, represiones e inseguridades, así como su malsana fijación por preservar una efímera juventud y convertir todo lo que lo rodea a su imagen y semejanza.
Matt Damon consolida su buena estrella, con un papel que nos recuerda en demasía al mítico rol de “Dirk Diggler”, que hiciera inmortal Mark Wahlberg en Boogie Nights — en este sentido, Soderbergh intenta sin lugar a dudas elaborar un facsímil del estilo de un Paul Thomas Anderson, pero sin concentrarse en demasía en sus obsesiones temáticas. Damon retrata fielmente esa incomodidad de verse en una realidad fuera de toda proporción, y cómo se pierde cualquier dejo de inocencia para paulatinamente mostrar horrendas actitudes al volverse esclavo de lo material.
Ambos actores muestran una gran valentía en sus escenas sexuales, donde el director conjuga una convincente atmósfera de intimidad, secrecía y notable vergüenza cuando ambos personajes se sienten libres por primera vez para expresar físicamente lo que sienten. El sumo cuidado que se le da al diseño de producción para mostrar el más ínfimo detalle de todos los bienes que conforman la riqueza de este entertainer es asombroso, y nos informa de lo nocivo que puede ser el tener todo a nuestro alcance.
De esta manera y a pesar de ser (tentativamente) su última película, Steven Soderbergh triunfa nuevamente y se posiciona como el mejor director americano, y que de forma consistente se aleja de ese grupo de cineastas consagrados para subir un escaño más como el auténtico pionero, sin temor a crear cine en cualquier rumbo posible sin importar resultados de recaudación y reacciones de su potencial audiencia.
Too much of a good thing is wonderful, indeed…