Drive | Estados Unidos, 2011
Dirigida por Nicolas Winding Refn
Libreto cinematográfico por Hossein Amini
Basada en la novela homónima por James Sallis
Reparto: Ryan Gosling, Carey Mulligan, Bryan Cranston, Christina Hendricks, Ron Perlman, Oscar Isaac y Albert Brooks
Cinematografía por Newton Thomas Sigel
Musicalización por Cliff Martinez
Edición Matthew Newman
Producida por Bold Films, Odd Lot Entertainment, Marc Platt Productions y Seed Productions
Distribuida por FilmDistrict
Trepidante de inicio a fin, Drive es una cinta inusual, de una manufactura única que explora diversas facetas que el medio cinematográfico nos ha regalado durante décadas.
Su guionista, Hossein Amini, crea una adaptación literaria al cine realmente increíble. Su director, Nicolas Winding Refn, logra con esta película una madurez y un refinamiento a su característica rúbrica como analista del drama dentro del bajo mundo criminal. Drive supera a su trilogía danesa Pusher y a la volátil y brutal Bronson, mostrando una compleja trama que nos cautiva y mesmeriza, y que para los cinéfilos se convierte en un festín con múltiples capas de contenido para diseccionar.
Y es que Drive logra una mesura inusitada, con un manejo preciso y extenso de tracking shots moviéndose en diversos tempos, bajo un velo 100% contemplativo. Refn emula el cine transtemporal de Tarkovsky y la dramaturgia psicológica de Bergman, utilizando una mezcla inteligente con arquetipos del cine negro y western que son familiares para su audiencia.
En este aspecto, Refn logra una innovación tremenda al combinar la estética del cine de acción ochentero – donde su protagonista es un one-man army que se abre paso inmisericorde sobre sus enemigos – bajo ambientaciones que nos hacen recordar a Kubrick (en especial a Barry Lyndon, The Shining y Eyes Wide Shut) y a Soderbergh (con Out of Sight).
Ryan Gosling se transforma completamente, ofreciendo al público su papel definitivo en el séptimo arte. Gosling emula a Tom Cruise en Collateral (Michael Mann, 2004), donde ambos salen de su zona de confort, en un proceso de metamorfosis increíble, dejando atrás la imagen de ‘niño bonito’ para convertirse en una fuerza supernatural, victimaria, encolerizada, vengativa, sin ninguna cualidad redimible a pesar de su alto impacto y carisma ante el público, donde el ensamble de actores que lo acompaña (con especial atención en Carey Mulligan, Bryan Cranston y Albert Brooks) se sincroniza de forma perfecta para ampliar su lustre como protagonista.
A su vez, Drive se torna en una muestra del cine a lo Leone, donde Gosling encarna a un “Man With No Name” cuyos escasos diálogos lo vuelven icónico, distante, con la determinación absoluta por obtener justa retribución, atravesando para ello umbrales de realismo mágico que nos hablan de una personalidad atormentada que por momentos parece conjurar en su mente escenarios fantásticos donde se debate entre el bien y el mal, la esperanza, la tragedia, la soledad y el amor.
De igual forma, los manerismos de este enigmático chofer nos llevan a encontrar rasgos de personajes tales como Jef Costello en Le Samouraï (Jean-Pierre Melville, 1967) y el Asesino sin Nombre en la reflexiva y crítica fílmica de The Limits of Control (Jim Jarmusch, 2009), y, obviamente, en el destacado performance que Ryan O’Neil ofrece en The Driver (Walter Hill, 1978) pero que paulatinamente van desapareciendo para mostrarnos una naturaleza despiadada, metódica, donde la fábula de la rana y el escorpión se presenta de formas imperceptibles ante nuestros ojos, creando una atmósfera que paulatinamente nos lleva a un punto de no retorno, con desplantes al estilo de Sam Peckinpah (trayendo a la mente Bring me the Head of Alfredo García y Straw Dogs) y John Carpenter (en Halloween) donde Drive se presenta cómo lo que verdaderamente es: un film de horror donde el monstruo es Ryan Gosling.
Esta tónica terrorífica es amplificada por el atinado score de Cliff Martínez, donde convierte cada escena en un preámbulo sombrío que vaticina que algo terrible está por suceder. El extenso manejo de solemnes synths se hace acompañar de un preciso soundtrack muy evocativo a la década de los ochenta — aunque interpretados por actos musicales contemporáneos como Kavinsky, Desire, College y Chromatics — que refuerza los temas tratados en la trama.
Drive es un ejercicio interesante, un punto de reunión único y cuya brillante dirección logra sacar provecho de un sublime libreto cinematográfico que nos presenta un travelogue muy especial alrededor del mundo del cine y sus diversas alternativas como medio de reflexión y entretenimiento, de estructura y fórmulas, de estilos y sensibilidades artísticas, de personajes atrayentes, inocentes y atroces que se ven atrapados en una vorágine de intereses y en sus propios traumas.
Sin duda alguna, ésta es la mejor película del año 2011.